A veces ocurre que se descubre un talento oculto antes que la gran mayoría de los aficionados al boxeo. Casi nadie habla de él, pero tú ya mencionas su nombre a tus amigos y predices para él un futuro brillante, considerándolo capaz de vencer a rivales mucho más famosos. Luego, paradójicamente, cuando tu pupilo llega a la cima y todos lo alaban y lo glorifican, a ti te surge la duda de si la gente lo está sobreestimando… Esto es lo que me pasó a mí con mi evaluación de Jai Opetaia.
Cuando en 2022 se oficializó el combate por el título mundial IBF de los pesos crucero entre el campeón vigente Mairis Briedis y el retador australiano Opetaia, la noticia me alegró enormemente. De inmediato me apresuré a comunicar la novedad en el grupo de WhatsApp de aficionados italianos que utilizo para discutir sobre boxeo a diario, escribiendo claramente que, en mi opinión, el cinturón cambiaría de dueño, una frase que suscitó cierto escepticismo.
Me había encontrado con algunos videos del zurdo australiano algún tiempo antes y, intrigado por su estilo técnico, su notable potencia y la personalidad arrolladora que parecía emerger de las imágenes, me puse a buscar cada video disponible para hacerme una idea más clara de su potencial.
La velocidad de ejecución de Opetaia, su excelente juego de pies y las trampas generadas por su guardia zurda me convencieron de que el veterano Briedis, de 37 años y en evidente declive atlético desde hacía algún tiempo, tendría enormes dificultades para brillar con sus cualidades y talento frente a un rival fresco y dinámico como él. Y al final, los hechos me dieron la razón.
Un Opetaia brillante dominó la primera parte del combate boxeando de manera magnífica y dificultando enormemente el intento del campeón del mundo de acortar la distancia. Sin embargo, la inquebrantable determinación de Briedis obligó al retador a sufrir enormemente en el final, con una fractura en la mandíbula, al punto de que el letón, según mi tarjeta, estuvo a punto de conseguir una remontada espectacular por solo dos puntos.
Nada de lo que avergonzarse, por supuesto: el inmenso valor del rival y la inexperiencia de Opetaia a alto nivel hicieron que las dificultades que encontró fueran más que «perdonables». Haber tenido que apretar los dientes hasta llegar a la campana final, más que una señal preocupante, parecía un paso crucial en el crecimiento del atleta australiano.
Cuando los dos boxeadores se encontraron nuevamente cara a cara el pasado mes de mayo, las expectativas habían cambiado por completo. Briedis estaba aún más envejecido y llevaba casi dos años sin pelear, mientras que Opetaia había consolidado su estatus como boxeador de élite, barriendo con inusitada facilidad a los retadores británicos Jordan Thompson y Ellis Zorro.
Lo que se preveía como una victoria tranquila, se confirmó como tal en los primeros nueve rounds, durante los cuales el australiano redujo al rival a una total impotencia, bombardeándolo con una impresionante cantidad de golpes cargados, algunos de los cuales habrían derribado a un toro, y evitando que reaccionara en cualquier momento.
Una vez más, sin embargo, de manera totalmente inesperada, la terquedad del viejo león letón puso en duda el resultado. Después de haber sentido visiblemente un golpe en el décimo round y tras haber sido perdonado por el árbitro, que decidió no contar después de lo que parecía una caída legítima, Opetaia luchó enormemente para contener los últimos ataques de su adversario y llegó al final del combate agotado y sangrando.
Hoy, después de otras dos victorias antes del límite, el campeón IBF de los pesos crucero es idolatrado por medio mundo, tanto que muchos claman por su paso a los pesos pesados y lo consideran incluso el retador más creíble al trono de su majestad Oleksandr Usyk. Sin embargo, personalmente conservo cierto escepticismo sobre si Opetaia ya ha alcanzado el estatus de gran campeón que tantos le atribuyen.
Si la disminución atlética ocurrida durante el primer combate contra Briedis pudo ser sin duda justificada por la tensión y la inexperiencia, la de los últimos rounds de la revancha deja varias dudas.
Opetaia carga con una violencia impresionante la gran mayoría de sus golpes y, si bien esto lo convierte en una máquina letal en los primeros rounds, también le consume una gran cantidad de energía, lo que, frente a un rival muy sólido, podría llevarlo a aguas profundas y peligrosas con el paso de los minutos.
Además, su defensa no parece impenetrable. Esto se debe en parte al vicio de mantener la cabeza demasiado alta y expuesta durante los intercambios y en parte a su temperamento fogoso, que lo lleva a intercambiar golpes ferozmente incluso contra rivales que podría gestionar tranquilamente con una táctica más prudente. Curiosamente, son los mismos dos defectos que recientemente le han costado caro a su compatriota Tim Tszyu.
A algunos de ustedes les parecerá blasfemo el paralelismo, pero en mi opinión Jai Opetaia ha alcanzado actualmente un nivel global no muy distinto al de la mejor versión de Yuniel Dorticos, el peso crucero cubano que fue uno de los principales protagonistas de los inolvidables torneos World Boxing Super Series de la categoría.
Al igual que Opetaia, el «Doctor KO» poseía habilidades técnicas de primer nivel que, sin embargo, a menudo sacrificaba en el altar del dios de la guerra debido a su carácter audaz. Un combate memorable en este sentido fue su lucha loca y espectacular contra el francés Yuri Kalenga, una pelea que Dorticos podría haber ganado tranquilamente desde la distancia, pero que prefirió transformar en la tercera guerra mundial.
Para evitar malentendidos, me gustaría enfatizar que este artículo no pretende ser una crítica total al valor de Opetaia, que personalmente considero muy alto. Creo que el australiano es un campeón mundial más que digno y pienso que tiene excelentes oportunidades de vencer al mexicano Gilberto «Zurdo» Ramírez en un combate de unificación, lo que certificaría su supremacía absoluta entre los pesos crucero contemporáneos.
Sin embargo, encuentro que hay una diferencia entre un campeón y un gran campeón, y Opetaia aún no ha demostrado haber cruzado esa línea y de poder ser considerado un fenómeno épico. Decir que podría causar estragos en los pesos pesados o incluso desafiar el trono de Usyk es, en este momento, prematuro: para cumplir con tales expectativas, el australiano deberá dar un salto de calidad adicional, especialmente en cuanto a su actitud y la conducción táctica de sus combates.