Las Olimpiadas de Aziz Abbes Mouhiidine (92 kg)
Octavos de final: Mouhiidine (Italia) vs Mullojonov (Uzbekistán)
El combate comienza cuesta arriba para nuestro representante, quien, debido a un choque de cabezas que le provoca una grave herida, no encuentra en el primer asalto la medida adecuada para expresar sus cualidades y es sorprendido varias veces por el timing del rival, perdiendo claramente el asalto.
Mouhiidine se recompone en el segundo asalto y comienza a ganar confianza. En el ring hay dos boxeadores «especulares» que se centran en la velocidad, el timing y el juego de pies, sin lanzar muchos golpes potentes. En un asalto en el que se ven muy pocos golpes pesados, nuestro boxeador se destaca con algunas acciones que merecerían la preferencia, pero la mayoría de los jueces no están de acuerdo conmigo.
Sin poder esperar revertir la situación en las tarjetas, ni siquiera ganando el último asalto por unanimidad, Mouhiidine debería disputar un tercer asalto al ataque, en busca desesperada de un improbable KO, pero prefiere confiar en su estilo habitual, boxeando con soltura desde la larga distancia. El asalto se mantiene en equilibrio sustancial durante largos tramos, pero el italiano se lo adjudica con un excelente sprint final.
En los periódicos, sitios web y redes sociales italianos se suceden las palabras «robo», «escándalo», «vergüenza». Al leer ciertos comentarios sin haber visto el combate, parece casi una reedición de la final de Roy Jones Jr en los Juegos Olímpicos de Seúl. Personalmente tengo una opinión diferente: Mouhiidine ganó los últimos dos asaltos, pero lo hizo por poco, gracias a algunos destellos más, exhibiendo un boxeo de toque y fuga que no siempre cautiva a los jueces. Después de haber perdido claramente el primer asalto, debería haber puesto más intensidad y determinación; limitarse a hacer lo mínimo necesario para tomar la delantera lo expuso a un veredicto equivocado, pero no surrealista ni criminal como muchos lo han descrito.
Las Olimpiadas de Irma Testa (57 kg)
Dieciseisavos de final: Testa (Italia) vs Zichun (China)
El primer asalto comienza de manera alentadora para la boxeadora italiana: su jab izquierdo se estampa repetidamente en el rostro de la rival, que tiene dificultades para acortar la distancia. Después de un comienzo prometedor, sin embargo, nuestra representante olvida la importancia de ser incisiva y se limita a mantenerse fuera de peligro con rápidos movimientos laterales. Merecería el asalto, pero dos jueces de cinco olvidan los golpes iniciales y premian la agresividad de Zichun.
El segundo asalto, tras un comienzo confuso, resulta ser muy difícil para nuestra boxeadora. La china ataca sin pausa y, aunque muestra carencias técnicas, consigue imponer su físico sobre Irma, que parece perdida y preocupada. Al final, la italiana, con un arranque de orgullo, conecta el mejor golpe del combate: un magnífico derechazo de contraataque, fuerte y preciso. No sería suficiente en mi opinión para revertir el asalto, pero cuatro jueces de cinco piensan lo contrario y otorgan el punto a Testa.
Faltaría muy poco para acceder a los octavos de final: solo es necesario convencer a uno de los tres jueces que aún tienen el combate en duda, pero Irma en el tercer asalto parece cansada, sigue girando sin dar peso y sustancia a sus golpes, amarra a menudo y respira con dificultad. Zichun, en verdad, no hace mucho más que atacar de manera caótica e improductiva, pero el jurado al completo, no habiendo sucedido casi nada relevante, premia la mayor determinación de la china.
Honor a Irma Testa por aceptar el veredicto sin protestas ni escenas: es evidente que la boxeadora de Campania ha dado un gran salto de calidad en términos de madurez respecto a sus primeros Juegos Olímpicos hace ocho años, cuando protestó de manera llamativa por una clara derrota. En este caso, el combate fue realmente equilibrado, pero para ganar, nuestra representante debería haber arriesgado un poco más, plantarse de vez en cuando y dar potencia a sus golpes. Fiel a su apodo, Irma vuela como una mariposa y pica como una mariposa: para imponerse en estos grandes torneos se necesita un poco más de veneno.
Las Olimpiadas de Angela Carini (66 kg)
Octavos de final: Carini (Italia) vs Khelif (Argelia)
Dejamos momentáneamente de lado en este espacio las polémicas relativas a la participación de la boxeadora argelina en los Juegos Olímpicos, que serán objeto de otro artículo, y nos centramos exclusivamente en lo que se vio en el cuadrilátero.
Angela enfrenta a la rival en el centro del ring y, tras una breve fase de estudio, es golpeada por un buen uppercut en el rostro. La italiana no se inmuta y permanece frente a la rival, pero tras una rápida combinación de Khelif, que vista y revisada en video parece apenas rozar su rostro, se gira bruscamente hacia su esquina levantando el brazo y alejándose de la rival. El entrenador Renzini está sorprendido, tiene dificultades para entender lo que está sucediendo y le ajusta el casco, pero Carini le dice claramente que ha sentido demasiado dolor. Convencida por su entrenador para intentar al menos terminar el primer asalto, la boxeadora italiana vuelve al centro del ring, pero pocos instantes después la escena se repite. Esta vez el golpe de Khelif acierta con precisión y, una vez más, la italiana levanta el brazo y regresa a la esquina manifestando su intención de retirarse.
Personalmente, en los muchos años que he pasado escribiendo sobre boxeo, siempre he defendido a los boxeadores que, durante un combate, decidieron retirarse al no sentirse capaces de continuar. Pretender que un atleta siga adelante siempre y en todo momento, sin tener en cuenta las señales que su cuerpo le envía, es estúpido e irrespetuoso hacia quien, aunque sea en un contexto deportivo, pone en riesgo su salud.
Dicho esto, en esta ocasión mi personalísima y por lo tanto opinable sensación es que Angela Carini subió al ring con las ideas claras sobre lo que iba a suceder. La manera en que reaccionó a los golpes de la rival fue poco natural y poco espontánea. Normalmente, cuando un boxeador siente dolor, muestra de inmediato su desconcierto: se cubre, amarra, como mucho se gira o se arrodilla. Ella, en cambio, actuó de manera fría y automática, dando la fuerte impresión de haber seguido un guion que ya tenía claro en su cabeza.
Si Khelif es o no una boxeadora tan arrolladora como para hacer imposible cualquier oposición, lo dirán las próximas rondas de estos Juegos Olímpicos. Por ahora, teniendo en cuenta la historia anterior de la atleta argelina, derrotada varias veces en competiciones importantes, afirmamos que Angela Carini no ofreció una actuación a la altura de un torneo tan importante.
Las Olimpiadas de Diego Lenzi (+92 kg)
Octavos de final: Lenzi (Italia) vs Edwards (EE.UU.)
Los corredores de apuestas dan muy pocas esperanzas a nuestro boxeador de avanzar en el torneo debido a su inexperiencia. Probablemente lo piensa también el estadounidense Edwards, que aborda el primer asalto con demasiada confianza y pronto se da cuenta con asombro del poder de los golpes del italiano. El primer asalto es globalmente equilibrado, pero los jueces premian la mayor incisividad de los golpes de Lenzi.
El boxeador italiano, quizás debido a la tensión del gran evento, comienza el segundo asalto respirando con cierta dificultad y reduce su ritmo de trabajo. Un punto de penalización muy severo impuesto por el árbitro a Edwards hace que la remontada del estadounidense sea casi imposible.
Tercer asalto de sufrimiento para Lenzi, que parece haber agotado sus energías y sufre las rápidas combinaciones de Edwards. Afortunadamente, el estadounidense no tiene la potencia necesaria para capitalizar y, aunque conecta más golpes que el rival, no imprime al combate el giro dramático que habría necesitado para una sorprendente reversión en las tarjetas.
Quien escribe cree que Edwards habría merecido algo más debido a su mayor continuidad en los últimos dos asaltos. El jurado tiene una opinión contraria y otorga más importancia a la concreción de Lenzi, que no ha robado nada, y nosotros estamos conformes con ello.
Cuartos de final: Lenzi (Italia) vs Tiafack (Alemania)
Durante el primer asalto, emergen claramente las dificultades que nuestro boxeador deberá enfrentar en este combate. Tiafack es más rápido y más experimentado que él: lo anticipa con sus golpes rápidos y amarra con astucia y oficio cuando Lenzi logra imponer la corta distancia.
El italiano intenta aumentar el ritmo y la agresividad en el segundo asalto, pero se deja atrapar y domar por el obstruccionismo del alemán, quien sabe todos los trucos del oficio. Un par de combinaciones pesadas de Lenzi hacen que el público se ponga de pie y podrían incluso valerle el asalto, pero los jueces lo penalizan por encenderse solo de forma intermitente.
El tercer asalto, naturalmente, está influenciado por la conciencia de los boxeadores sobre la situación en las tarjetas. Lenzi sabe que necesita un KO y ataca de manera desesperada, pero carece de la lucidez y frescura necesarias para lograrlo; Tiafack, por su parte, administra el tiempo restante con su habitual racionalidad, aprovechando su ventaja en experiencia para evitar sorpresas.
El veredicto desfavorable es ciertamente aceptable, aunque deja perplejo el hecho de que los dos combates de Lenzi hayan sido evaluados con criterios radicalmente diferentes, lo cual sugiere que en estos Juegos Olímpicos cada juez premia un poco lo que le parece, sin criterios estandarizados y compartidos. Un aspecto sobre el que las autoridades competentes deberán reflexionar sin duda.