Como cada año, en este período se intenta hacer balance para determinar cómo el boxeo puede dar un salto de calidad y recuperar el lugar que merece entre los deportes nacionales, como en el pasado. Lamentablemente, en las últimas décadas hemos buscado principalmente soluciones para mantenernos a flote, lo que ha hecho permanente la crisis del boxeo italiano.
Analizando el pasado, destaca el auge de los años 80 y 90, marcado por grandes equipos (Totip, Fernet Branca, Chiabolotti, etc.). El boxeo ocupaba las primeras páginas de los medios, y las políticas internas de la Federación estaban estrechamente vinculadas a promotores que garantizaban un buen camino para los jóvenes que, con ambición, esfuerzo y trabajo, podían competir contra grandes boxeadores internacionales.
Desafortunadamente, surgió una fractura cuando el boxeo amateur comenzó a recibir una mayor protección dentro de la Federación, dejando la gestión de los profesionales exclusivamente en manos de sus promotores. Un error enorme, ya que los boxeadores profesionales firmaban contratos que no eran continuos, sino anuales, sin prever un camino de combates que pudiera llevarlos a un título importante.
Además, los boxeadores tuvieron que sostenerse económicamente con sus propios medios, ya que su único ingreso era la bolsa del combate. Sin querer ofender a nadie, hoy en día, para que los jóvenes practiquen boxeo, no basta solo con la voluntad: también necesitan estabilidad económica para mantenerse. Es difícil que un joven se dedique a un deporte tan exigente física y mentalmente sin un respaldo económico.
Desde los años 2000, se han buscado nuevos giros para atraer publicidad y televisión como en el pasado, pero sin éxito. Entre los errores más graves, el primero fue otorgar demasiados certificados a personas que entienden como máximo un 20% de lo necesario sobre el boxeo. El segundo error fue no proteger lo suficiente a los atletas de todas las formas posibles. Por último, no se usaron los fondos proporcionados por el CONI para promover este deporte en las escuelas u otras entidades de manera divertida pero también educativa, contrarrestando la imagen de lucha violenta que a menudo presentan los medios.
Quienes enseñan boxeo deben hablar claramente a los jóvenes, especificando que este deporte se practica de manera ejemplar y que fuera del gimnasio no se deben aplicar las técnicas aprendidas en el ring con el propósito de dañar a alguien por simple diversión.
Otro paso en falso se dio con la creación de la Liga Pro, que empujó hacia el profesionalismo a algunos jóvenes que aún no estaban preparados. De esta manera, la Federación pudo retener en la selección nacional a atletas de alto nivel provenientes de entidades como Fiamme Oro y las Fuerzas Armadas, asegurándose más posibilidades de medallas en los Juegos Olímpicos, Mundiales y Europeos, y obteniendo los respectivos premios del CONI. Sin embargo, esto ató a estos atletas al amateurismo durante toda su carrera.
Otro problema es la falta de unión y colaboración entre los gimnasios italianos para desarrollar técnicamente a los jóvenes, garantizando así un relevo generacional constante entre los atletas. El boxeo es un deporte individual que debería basarse en una sana competencia, pero prevalecen los celos y el protagonismo debido a personas no preparadas que prefieren buscar atención en lugar de centrarse en el progreso de cada joven que se entrena en el gimnasio.
Todo esto ha alejado a las familias, que en el pasado incluso hablaban de boxeo durante la comida, del propio deporte.