El análisis de Sarritzu: Usyk nos ha mostrado cómo se prepara una revancha

PorAndrea Sarritzu

Dic 27, 2024 #Usyk

Hoy quiero compartir mi opinión sobre cómo se debe preparar un combate de revancha contra un oponente que logró generar incertidumbre en el veredicto final del primer encuentro. Tomo como inspiración Usyk vs. Fury II: ambos atletas, junto con sus equipos, evaluaron meticulosamente cuál era la mejor estrategia, cuidando hasta el más mínimo detalle para poder aprovechar esos momentos fugaces—esas pequeñas oportunidades—en las que, como un zorro o una comadreja, se puede lanzar un ataque decisivo para ganar puntos valiosos.

Fury optó por una preparación más física, aumentando 10 kg con la esperanza de que el peso extra pusiera presión e incomodara a un oponente mucho más pequeño y liviano. A pesar del ritmo y la técnica de Usyk, Fury confiaba en ganar el combate antes del duodécimo asalto. Sin embargo, no consideró que ganar esos kilos adicionales podría jugar en su contra o, tal vez, seleccionó mal a sus compañeros de sparring, quienes no estaban al nivel técnico de Usyk.

Usyk fue perfecto, un boxeador que, desde una perspectiva histórica, podría ser uno de aquellos que revolucionan el boxeo y lo impulsan hacia una evolución que lo hace aún más fascinante. Sin preocuparse por el peso de Tyson Fury, Usyk se preparó tanto física como técnicamente, sabiendo que se enfrentaba al mejor peso pesado de esta época. No dejó nada al azar, manteniéndose un paso adelante en inteligencia pugilística (es solo mi opinión, sin ánimo de ofender). Comparado con el primer combate, Usyk entendió que, para demostrar quién era el más fuerte entre los dos, debía hacer ajustes—su clase y técnica por sí solas no serían suficientes contra Fury.

Analizando la revancha del 21 de diciembre, está claro que Usyk fue superior porque su estrategia fue la más efectiva, la correcta para ganar el combate. Pasó los primeros cuatro asaltos sin correr riesgos, manteniendo el control para identificar el momento adecuado para tomar las riendas del encuentro y ganarlo. Cada vez que conectaba, casi siempre lo hacía al cuerpo o, como mucho, al pecho. ¿Qué provoca esto en el oponente? Deteriora su resistencia física, lo desgasta mentalmente y lo hace más lento.

A partir del quinto asalto, Usyk aumentó su movimiento corporal y de pies, sin ofrecer nunca un blanco fijo. Entre el sexto y el séptimo asalto, cambió las trayectorias de sus golpes, incrementó el ritmo de sus combinaciones y lanzó tantos golpes como pudo en cada acción, tanto al cuerpo como al rostro. Desde ese momento, Usyk fue en ascenso, mostrando una inteligencia pugilística superior a la de cualquier boxeador en activo. Aunque no es un peso pesado natural, demostró que cada combate—especialmente una revancha—debe prepararse meticulosamente en cada detalle.

En mi corazón, siempre he creído que la palabra que falta en el vocabulario de muchos entrenadores de boxeo es empatía. No es algo sencillo; debe explicarse, enseñarse y entrenarse intensamente. La empatía es entender lo que una persona puede hacer en un momento dado basándose en los movimientos de su cuerpo. Es ese concepto mágico que puede transformar tanto a las personas como a los atletas, permitiéndoles anticipar las acciones del oponente, atacar primero o calcular el tiempo para lanzar sus golpes y destacar su estilo de boxeo.

Como exboxeador, podría ilustrarlo con mi combate contra Christophe Rodriguez, con el título europeo en juego en el Palalido de Milán. Fue mi primera defensa, celebrada en el evento preliminar del último combate del difunto y legendario Giovanni Parisi.

Rodriguez, a quien ya había enfrentado dos veces antes, nunca logró marcar la diferencia. Para mí, ese combate fue casi “afrodisíaco”: una oportunidad para demostrar la preparación alcanzada con esfuerzo y sacrificio, que me permitió destacar mis habilidades en aquel momento. Recuerdo con claridad el prolongado aplauso que siguió a la lectura de las tarjetas de los jueces. En ese instante, lleno de emoción, comprendí que mi boxeo había tocado el corazón de los espectadores y aficionados de la vibrante escena del boxeo milanés ¡y más allá!

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