Francesco Grandelli lo dio todo, pero no fue suficiente. Nuestro peso pluma luchó con valentía durante 12 asaltos contra el campeón europeo Cristobal Lorente, en un intento por arrebatarle el título EBU de la categoría. Sin embargo, el púgil español logró imponerse por decisión unánime de los jueces. Las tarjetas oficiales leídas al final del combate principal de la velada organizada por Opi Since 82 en el Palasport de Carbonia fueron 116-111, 116-111 y 115-113, todas a favor de Lorente.
El enfrentamiento comenzó con un ritmo bastante bajo, con ambos boxeadores extremadamente concentrados y poco inclinados a intercambiar golpes en los dos primeros asaltos, debido al comprensible temor de recibir un golpe en frío que pudiera comprometer el combate.
La intensidad aumentó a partir del tercer asalto, lo que permitió vislumbrar mejor la temática táctica de la pelea. Lorente, aprovechando su ventaja en altura y alcance, recurría a un potente fuego de contención basado principalmente en golpes rectos al rostro, mientras que Grandelli, muy ágil con las piernas, realizaba repentinas ráfagas de golpes a dos manos, apuntando principalmente al cuerpo.
Tras cuatro asaltos muy igualados que seguramente generaron dudas entre los jueces, el campeón defensor empezó a tomar una ligera ventaja gracias a una presión cada vez más decidida, a su mayor volumen de golpeo y a la contundencia de sus impactos.
Esta contundencia quedó demostrada, según los relatos de quienes estaban en el lugar, especialmente en el séptimo asalto, cuando, al parecer, Grandelli estuvo a punto de caer a la lona tras recibir un fuerte derechazo de su rival. Lamentablemente, quienes siguieron el combate en DAZN, como quien escribe, no pudieron presenciar este momento, ya que el séptimo asalto y parte del octavo no fueron transmitidos debido a un problema técnico.
Las imágenes volvieron en el octavo asalto, a tiempo para mostrar a un Grandelli voluntarioso e incisivo, cuya ansia por cambiar la inercia del combate lo llevó a excederse en su ímpetu y a golpear por debajo del cinturón a su oponente durante un intercambio cerrado.
La penalización oficial impuesta por el árbitro no resulta escandalosa, pero parece un tanto severa si consideramos que Lorente recibió varias advertencias verbales por conductas antirreglamentarias durante el combate, sin que esto le costara nunca la deducción de un punto.
En el último tercio del combate, los esquemas tácticos se rompieron, y ambos púgiles apostaron más por el coraje y la intensidad que por la estrategia. Grandelli cerró el encuentro de manera más decidida, imponiendo la corta distancia a pesar de su desventaja en potencia y en físico, agarrándose inteligentemente en los momentos adecuados y aprovechando su rapidez de manos en la cercanía.
Sin embargo, el esfuerzo final no fue suficiente para que nuestro representante lograra reducir la desventaja acumulada durante el combate, y al final los jueces premiaron con justicia al campeón defensor, permitiéndole así mantenerse en el trono europeo.
Una vez más, como en su viaje a Inglaterra, donde luchó golpe por golpe contra Nathaniel Collins, Francesco Grandelli regresa a casa entre aplausos, pero con la amargura de no haber logrado la hazaña.
Nuestro boxeador paga a menudo un déficit físico que, a este nivel, puede resultar determinante, pero con su ritmo, su valentía y su capacidad para soportar el sufrimiento, sigue siendo uno de los atletas más emocionantes de nuestro panorama pugilístico actual. Por ello, esperamos que pronto obtenga nuevas oportunidades para lucirse a nivel internacional.