Lennox Lewis vs David Tua: El combate perfecto del León inglés

Uno de los combates que más certificó el talento y la clase del inmenso Lennox Lewis fue el dominio que impuso al temido golpeador samoano David Tua, derrotado por decisión unánime de los jueces en el Mandalay Bay Resort & Casino de Las Vegas el 11 de noviembre de 2000. En el aniversario de esa defensa del título unificado de los pesos pesados, analizamos los aspectos más destacados de la pelea.

Lennox Lewis: un campeón poco querido

Lo mínimo que un peso pesado de calibre mundial puede esperar es tener a su nación respaldándolo por completo. Lennox Lewis, sin embargo, no lograba este apoyo debido a sus orígenes diversos: raíces jamaicanas, nacido y criado en Londres, pero con adolescencia y juventud en Canadá. Lo que más incomodaba a una parte del público británico era una declaración pasada del campeón: “Me gusta el Reino Unido, pero amo Canadá”. Después de todo, el “León”, como se le apodaba, había representado a Canadá en dos ocasiones en los Juegos Olímpicos, y muchos creían que había elegido una carrera profesional en su país natal solo por motivos económicos. A esto se sumaba que Lewis no era un personaje mediático; su conducta fuera del ring era ejemplar, su actitud siempre serena y nunca exagerada, muy diferente al estereotipo del boxeador descontrolado que gusta a las masas. Por eso, no sorprendió que, antes de su gran pelea contra David Tua, muchos esperaran un paso en falso del campeón en ejercicio.

David Tua: cabezadura y gancho letal

Los pesos pesados con el estilo de “Tuaman” siempre emocionan a las multitudes: físico compacto, actitud agresiva y golpes demoledores eran sus cualidades destacadas, indispensables para abrirse camino en una categoría de gigantes. Con una estatura de apenas 178 centímetros, la misma que Mike Tyson, el poderoso samoano debía reducir la distancia para competir con rivales más altos y esbeltos, y para ello contaba con otra calidad que la naturaleza le había otorgado: una quijada a prueba de bombas. Con su cuello robusto y resistencia al dolor, Tua parecía no sentir los golpes, avanzando implacable pese al fuego enemigo. Aunque algunos boxeadores lograron mantenerse alejados durante gran parte de la pelea, tarde o temprano, el gancho izquierdo de Tuaman encontraba el blanco y sellaba la victoria. David Izon, Oleg Maskaev y Hasim Rahman habían caído después del décimo asalto con el marcador aún parejo, prueba tangible de que el samoano conservaba su peligrosidad hasta el final de las doce rondas.

Crónica de un combate perfecto: atención, cautela y dominio

El inicio de las hostilidades fue vibrante. Lewis esquivó los intentos furiosos del retador de imponer su ritmo y respondió con su derecha en varias ocasiones, acertando tanto en la cabeza como en el cuerpo. Esos ganchos violentos al cuerpo, como veremos más adelante, resultaron cruciales. Después de tres minutos ejemplares, Lewis entró en una fase de cautela: en los tres asaltos siguientes, el inglés se limitó a una gestión ordenada y sin adornos, moviéndose elegantemente en círculo, controlando los intentos de presión de Tua y atacando casi exclusivamente con el jab. Aunque ocasionalmente encontraba el objetivo, el retador no lograba nunca tomar la iniciativa, ya que su ritmo de trabajo era bajo y sus acciones demasiado centradas en golpes aislados.

Al final del cuarto asalto, la situación en las tarjetas era de empate perfecto: un juez veía dos puntos de ventaja para Tua, otro dos puntos para Lewis, y el tercero los tenía igualados. Pero a partir de ese momento, el campeón soltó amarras y tomó el control absoluto. Incitado por el gran entrenador Emanuel Steward, Lennox volvió a lanzar su derecha con la debida frecuencia, haciendo cada vez más difícil que el retador se acercara en busca del contacto. A medida que la intensidad de Lewis crecía, la vitalidad de Tua disminuía; a pesar de la creciente preocupación y los gritos de su esquina, el samoano parecía desanimado e impotente, incapaz de encontrar una alternativa a su famoso gancho izquierdo, que era sistemáticamente bloqueado o esquivado.

Gritarle a un boxeador que el KO es la única opción para ganar es algo que un entrenador suele hacer en el último asalto; la esquina de David Tua recurrió a esta estrategia desesperada cuando aún faltaban cuatro asaltos, pero el resultado fue nulo. Un Lewis cada vez más confiado lanzó incluso combinaciones de tres y cuatro golpes y comenzó a moverse sobre las puntas de los pies en una demostración de superioridad aplastante mientras Tua insistía con una presión inconclusa, recibiendo golpe tras golpe sin mostrar signos de reacción. En varias ocasiones, el público, que esperaba una batalla de otro calibre, trató de avivar el combate con abucheos de desaprobación, pero el guerrero de Samoa esperó hasta los últimos diez segundos del combate para lanzarse en un asalto frontal arriesgado, solo para chocar con las cuerdas después de que Lewis esquivara sus golpes.

Después del claro y merecido veredicto a su favor, el ganador se mostró confiado y seguro en el micrófono, tanto que dedicó incluso una rima a su rival Mike Tyson: “If Tyson wants me to come and take the test, Lennox Lewis will put him to rest, because Lennox Lewis is the best,” o sea, “Si Tyson quiere que venga y enfrente la prueba, Lennox Lewis lo pondrá a descansar, porque Lennox Lewis es el mejor”. Los dos se enfrentarían un año y medio después.

Muy digna fue la entrevista de Tua, quien no quiso poner excusas por su mediocre actuación y reconoció los méritos de su oponente, calificándolo como el boxeador más fuerte que había enfrentado. No obstante, el entrenador y el promotor del samoano declararon ante la cámara que su púgil había tenido que lidiar con una costilla lesionada en la fase de preparación, y que los golpes al cuerpo de Lewis al inicio de la pelea habían intensificado el dolor, dificultando los movimientos de Tuaman. Es imposible saber a posteriori cuánto influyó esto en la dinámica del combate; lo que quedará en los anales, en todo su esplendor, es la actuación soberbia de su majestad Lennox Lewis.

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