Hace 50 años: George Foreman vs. Muhammad Ali – La inolvidable “Rumble in the Jungle”

PorMario Salomone

Oct 30, 2024 #Foreman

El 30 de octubre de 1974, hace exactamente 50 años, tuvo lugar lo que se considera universalmente la pelea más significativa en la historia de los pesos pesados y quizás de todo el boxeo: la inolvidable “Rumble in the Jungle”, el enfrentamiento entre el campeón mundial invicto de la época, George Foreman, y el carismático retador Muhammad Ali.

Foreman se había convertido en campeón en enero del 73 con un terrible y sorprendente nocaut sobre Joe Frazier. Esa victoria, lograda con seis caídas en apenas dos asaltos, consagró a Big George como el boxeador más fuerte del planeta. Aficionados y expertos, que habían visto la tenacidad de Frazier para vencer a Ali dos años antes, recibiendo innumerables golpes y atacando durante quince largos asaltos, quedaron asombrados al verlo derribado por un joven corpulento pero inexperto como el entonces veinteañero Foreman.

Las dos defensas siguientes de Foreman fueron igualmente rápidas y brutales, una de ellas contra Ken Norton, otro que había vencido a Ali. Aquella noche en Caracas, The Greatest estaba en primera fila como comentarista y predijo una victoria de Norton, solo para ser desmentido dramáticamente por los hechos. Así, al acercarse el que sería “el combate del siglo”, la gran mayoría de los expertos esperaba la reconfirmación del campeón: si dos hombres que habían luchado cara a cara con Ali habían sido despachados tan fácilmente, ¿cómo podría el “Labbro di Louisville” evitar el mismo destino?

El evento fue organizado por el polémico promotor Don King, quien prometió a ambos boxeadores 5 millones de dólares si le confiaban la organización. Como no tenía los fondos, King buscó un país extranjero que quisiera albergar y patrocinar el combate.

Fue entonces cuando Mobutu Sese Seko, el controvertido dictador de lo que hoy es la República Democrática del Congo, entonces renombrado Zaire, se ofreció a financiar el evento. Así, se decidió que la pelea se celebraría en Kinshasa, y ambos atletas pasaron gran parte del verano entrenando en el país africano para acostumbrarse al clima abrasador.

La previa del combate estuvo llena de la habitual guerra psicológica de Ali, quien no dejaba de provocar a Foreman con rimas, juegos de palabras y burlas. Recordemos algunas de sus frases:

“George Foreman no es más que una gran momia. Lo he rebautizado oficialmente como ‘La Momia’. Se mueve como una momia lenta, y ninguna momia puede vencer al gran Muhammad Ali.”

“Si pensaron que el mundo se sorprendió cuando Nixon renunció, esperen a que yo le dé una paliza a Foreman.”

La espera se extendió aún más cuando Foreman sufrió una lesión en el entrenamiento, retrasando el combate más de un mes de la fecha original del 24 de septiembre. Ali aprovechó el tiempo extra para ganarse el apoyo del público local, que lo animaba con el famoso grito “¡Ali bomaye!”, o “¡Ali, mátalo!”, el cual retumbaba en el estadio con 60 mil personas el 30 de octubre, y que se ha convertido en parte de la historia del boxeo tanto como el propio combate.

Foreman subió al ring convencido de que destruiría a Ali en pocos asaltos, como había hecho con sus oponentes recientes. Los rumores dicen que Foreman y su equipo hasta rezaron en el vestuario para que Ali no muriera en el ring bajo sus golpes. Verdad o no, Foreman consideró innecesarias tácticas y precauciones, y al sonar la campana se lanzó a una guerra personal.

Sin embargo, la furia del campeón encontró una resistencia inusitada. Ali había diseñado meticulosamente su estrategia. Durante gran parte del combate, se apoyó en las cuerdas—que su astuto entrenador, Angelo Dundee, había aflojado antes de la pelea—para amortiguar los golpes de Foreman con menos daño. Cuando Foreman bajaba la guardia, Ali le lanzaba combinaciones rapidísimas y volvía a la defensa.

Como sabemos, la táctica resultó perfecta. Foreman atacó sin descanso, golpeando con fuerza, especialmente al cuerpo, pero gastando rápidamente sus energías. A medida que avanzaban los asaltos, su coordinación y potencia disminuían, mientras el intenso calor y la humedad sofocante lo debilitaban aún más. En el octavo asalto, el gran pegador estaba exhausto, listo para recibir el golpe final.

El momento decisivo sigue grabado en la memoria de los aficionados. Después de pasar más de un minuto en las cuerdas soportando los ataques sin efecto de Foreman, Ali salió de golpe y lanzó una rápida combinación que culminó en un derechazo fulminante a la mandíbula de Foreman, enviándolo al suelo.

Foreman estaba aturdido, sorprendido y agotado. Su mirada reflejaba la impotencia de un hombre que se había sentido invencible y que ahora se encontraba de repente sin armas. Intentó levantarse, pero lo hizo demasiado lento: la celebración del equipo de Ali y de la multitud que rodeaba el ring ya había comenzado.

Naturalmente, The Greatest tampoco fue sencillo en sus declaraciones posteriores a su gran triunfo; aprovechó la ocasión para desmentir categóricamente a quienes lo daban por acabado.

Si hay una sola pelea que justifica la creencia de que Muhammad Ali es el más grande peso pesado de todos los tiempos, esa es sin duda la “Rumble in the Jungle”. Una obra maestra de estrategia, resistencia física y mental, astucia y valentía: una combinación inigualable que solo un hombre extraordinario como Ali podría haber desplegado.

A lo largo de los años, algunos han intentado minimizar la importancia de esa victoria sugiriendo toda clase de teorías. Sin embargo, la explicación más clara, honesta y veraz la dio años después el propio Foreman. Reflexionando sobre esa noche tan difícil de digerir, confesó:

“Después de la pelea, por un tiempo estuve amargado. Sacaba toda clase de excusas. Las cuerdas del ring estaban flojas. El árbitro contó demasiado rápido. La herida afectó mi entrenamiento. Estaba drogado. Debería haber dicho simplemente que el mejor había ganado, pero nunca había perdido antes y no sabía cómo perder.”

Hoy, el gran Ali ya no está entre nosotros, pero la hazaña inolvidable que logró ese 30 de octubre en la “Rumble in the Jungle” seguirá contándose de generación en generación, destinada a sobrevivir al paso del tiempo por los siglos venideros.

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