En el corazón de Times Square, Nueva York—por primera vez escenario de un evento de boxeo—acaba de concluir el combate principal: Ryan «KingRy» Garcia (24-1-0, 20 KO, 1 NC) se enfrentó a Rolando “Rolly” Romero (16-2-0, 13 KO) por el título mundial “regular” de peso wélter de la WBA.
La pelea, pactada en el límite de las 147 libras, representaba un punto crucial en las carreras de dos boxeadores tan talentosos como polémicos. Ambos llegaban con algo que demostrar: Garcia volvía al ring tras un año de suspensión por dopaje, mientras que Romero buscaba una legitimación definitiva después de actuaciones cuestionables.
Aunque los pronósticos favorecían a Garcia, fue Romero quien se llevó la victoria, gracias a una actuación sólida y concentrada, que tuvo su punto culminante con una caída de Garcia en el segundo asalto. Victoria por decisión unánime con tarjetas de 115-112 (dos veces) y 118-109.
Garcia, conocido por la velocidad fulminante de sus manos y su gancho de izquierda demoledor, venía de una victoria espectacular contra Devin Haney. Sin embargo, ese triunfo resultó efímero: por un lado, no dio el peso; por otro, dio positivo por sustancias prohibidas, lo que llevó a su descalificación y a que la victoria se convirtiera en no contest. Aquel rendimiento reavivó el interés en su talento, pero también dejó dudas sobre su disciplina, estabilidad mental y valor técnico real.
Romero, por su parte, es un boxeador poco ortodoxo, físico, a veces desordenado, pero con efectividad. Tras ser noqueado por Gervonta Davis en 2022, ganó el título superligero de la WBA de manera controvertida ante Ismael Barroso, en una pelea detenida prematuramente cuando parecía estar en apuros y perdiendo en las tarjetas. Sus actuaciones posteriores—incluida una derrota por KO ante Isaac Cruz—alimentaron el escepticismo sobre su nivel entre la élite.
La pelea comenzó con mucha cautela. Garcia empezó trabajando bien con su jab, rápido y preciso, pero Romero estaba muy concentrado, con la mano derecha alta para cubrirse del temido gancho y buenos jabs al cuerpo. En el segundo asalto, el combate se encendió. Garcia conecta un buen jab seguido de su gancho de izquierda, que Romero bloquea y responde con dos ganchos izquierdos rápidos, el primero impactando de lleno en el mentón de Garcia y enviándolo a la lona. Garcia se levantó lúcido, aunque claramente intimidado. Romero, en lugar de precipitarse, optó por seguir trabajando al cuerpo y evitar riesgos.
En los asaltos siguientes, Garcia siguió trabajando bien con el jab, pero su gancho de izquierda fue neutralizado por Romero, que lo bloqueó y esquivó con eficacia. Rolly siguió insistiendo al cuerpo, conectando con regularidad y demostrando gran compostura.
Romero lució claramente beneficiado por el cambio de categoría, también en lo físico: su tono muscular era notorio. En cambio, Garcia se mostró menos definido que en su pelea ante Haney.
El combate fue muy táctico y con poca actividad: ambos evitaron exponerse para no recibir golpes contundentes. El resultado fue una larga serie de asaltos difíciles de puntuar, sin riesgos ni combinaciones. Garcia, en particular, evitó por completo usar su mejor arma.
Romero pareció ligeramente más agresivo, pero las acciones claras fueron escasas. Un buen gancho de derecha de Romero en el décimo asalto conectó limpio, y Garcia intentó responder con un golpe que falló por completo. Ryan fue completamente neutralizado, incapaz de variar su boxeo. En el undécimo, Romero siguió atacando el cuerpo y arriesgando poco.
El duodécimo asalto, prácticamente inexistente, certificó la falta de acción en una pelea que solo se encendió por unos momentos en el segundo asalto. Victoria que relanza a Romero y actuación decepcionante de Garcia, que nunca logró inquietar a su rival: sin reacción, temeroso, sin iniciativa, se limitó al jab y nunca intentó una combinación. Ahora Romero queda bien posicionado para una pelea por el título, mientras que Garcia deberá encontrar nuevas motivaciones para redimirse y retomar su camino hacia la cima.