Evento coestelar de la velada organizada por Opi Since 82 de Alessandro Cherchi en colaboración con Leone 1947, en el espléndido marco de la Piazza Santa Croce de Florencia, Francesco Grandelli y Simone Rao se enfrentaron ayer por el cinturón intercontinental WBO del peso pluma, que estaba vacante. El vencedor fue Francesco Grandelli por decisión dividida, con las siguientes tarjetas: 96-92, 94-95 y 96-92. Un veredicto que generó cierta polémica, como es lógico en un combate disputado con altísima intensidad y con muchos asaltos difíciles de puntuar.
De Grandelli, piamontés de Turín que llegó al combate con un récord de 19-4-2 con 5 nocauts, me gusta recordar la gran actuación que ofreció frente al inglés invicto Nathaniel Collins, reciente ganador del cinturón WBC Silver del peso pluma, en la que nuestro representante demostró gran corazón, excelente resistencia y buena técnica. Fue una derrota por decisión unánime, pero muy aplaudida por la forma en que Francesco supo mantenerse en pie ante un rival de altísimo nivel, lo que le otorgó una buena visibilidad.
Simone Rao, de 25 años, llegaba invicto. Toscano, natural de Florencia, donde también reside, subió al ring con un récord de 11-0-0, con 1 KO. Cinco años más joven que Grandelli, con menos de la mitad de combates disputados, se encontró quizás por primera vez frente a un oponente más experimentado y de mayor prestigio. En su última pelea, había derrotado por KO técnico a Dusan Janjic. Pero su combate más significativo fue contra Vittorio Parrinello, donde ganó el título italiano del peso pluma por decisión dividida.
El combate comenzó con un Grandelli extremadamente móvil, mientras que Rao se mostraba más plantado, pero bien equilibrado y listo para golpear. Rápidamente ambos empezaron a intercambiar en la corta distancia, de forma intensa y prolongada. En una breve fase de estudio, hacia la mitad del asalto, Rao avanzó con un pequeño salto y conectó un gancho de izquierda, un movimiento que recuerda al famoso gazelle punch, golpe popularizado por varios púgiles de fama mundial, como Gervonta Davis. Grandelli cayó brevemente a la lona, pero se levantó de inmediato. Rao se lanzó al ataque con demasiado ímpetu, lo que le hizo perder precisión y permitió a Francesco recuperarse.
Grandelli se mostró más agresivo, mientras que Rao adoptó una actitud más paciente. En el segundo asalto, Grandelli devolvió el favor. Con una combinación de gancho de izquierda al cuerpo seguido de derecha e izquierda al rostro, mandó a Rao a la lona, aunque la sensación fue más bien la de un resbalón que desequilibró a Simone. Grandelli aprovechó para ejercer una presión asfixiante, pero Rao se mantuvo lúcido y no pareció resentido por los golpes recibidos.
Grandelli logra conectar con frecuencia su gancho de izquierda, pero Rao se muestra muy reactivo y responde golpe por golpe. Un combate realmente frenético, con ambos pugilistas midiéndose constantemente sin ceder terreno. Sorprendente la actuación de Simone Rao, inesperadamente sólido y concentrado, a pesar del escaso número de combates en su historial. Muestra un jab eficaz, aunque no lo utiliza con la frecuencia deseada. Por su parte, Grandelli se mueve sin cesar, con constantes cambios de ángulo y un ritmo de trabajo excelente, que a juicio de quien escribe será clave para la decisión final.
Gran equilibrio sobre el ring. A un buen cruzado de derecha de Francesco en el cuarto asalto responde Rao con otro cruzado de derecha igualmente limpio. Grandelli vuelve a destacar con su gancho, pero Rao replica con otro buen gancho de izquierda “saltado”, repitiendo la acción del knock down inicial.
Ambos alternan hábilmente golpes al cuerpo y a la cabeza en una sucesión de asaltos de altísima intensidad. Ritmos vertiginosos, mantenidos durante toda la pelea.
Al comienzo del séptimo asalto, la realización enfoca los rostros hinchados de ambos boxeadores. Un feo corte aparece bajo el arco de la ceja derecha de Grandelli. Sin preocuparse por los golpes recibidos, los dos reanudan el intercambio furioso, y el público no puede hacer otra cosa que aplaudir el espectáculo que están presenciando.
En el octavo asalto, Grandelli empieza a mostrar algunas señales de fatiga y se vuelve menos preciso y efectivo, al menos en la fase inicial. Rao aprovecha para conectar con precisión un excelente uppercut de derecha. Pero Grandelli, hacia el final del asalto, da todo lo que le queda y recupera terreno.
Francesco parece haberse recuperado y vuelve al ataque en el noveno, manejándose bien en la corta distancia gracias a su mayor experiencia. Pero un buen uppercut de derecha de Rao parece inclinar nuevamente la balanza del asalto. Los constantes intercambios cambian una y otra vez las escasas certezas que se podían tener sobre la asignación de cada ronda.
Un buen gancho de izquierda de Francesco abre el décimo y último asalto, pero Rao aguanta el golpe y responde, dando lugar a otro asalto convulso, de difícil puntuación, también debido al cansancio acumulado y la consecuente menor precisión de ambos boxeadores.
Al final del combate, los aplausos se dirigen merecidamente a ambos protagonistas, que ofrecieron un espectáculo de alto nivel, tal vez merecedor de una segunda edición. Faltó el golpe decisivo, pero es sabido que ninguno de los dos se caracteriza por poseer una pegada contundente, a pesar de la calidad de sus golpes.
A juicio de quien escribe, el veredicto fue justo. Pero que no engañe la diferencia en las puntuaciones de dos de los jueces: Simone Rao peleó de igual a igual, con una madurez realmente sorprendente, respondiendo a cada golpe y mostrando un boxeo sólido y bien estructurado. Quizás le faltó un poco de experiencia y un mayor volumen de golpes, cualidades que sí supo aportar Francesco Grandelli, con su boxeo de excelente nivel.
Un sincero aplauso para ambos atletas, por su gran deportividad y por el espectáculo brindado a los aficionados, a la espera de lo que depare el futuro en sus respectivas carreras.