De cara al combate principal de la velada organizada por Matchroom Boxing de Eddie Hearn en el Boardwalk Hall de Atlantic City, el público esperaba de Jaron Ennis una actuación sobresaliente, capaz de acallar las críticas recibidas tras su última pelea. Y el estadounidense no decepcionó. Los espectadores fueron testigos de una auténtica exhibición de «Boots», que unificó los títulos mundiales del peso wélter de la IBF y la WBA al obligar al retiro al lituano Eimantas Stanionis después de seis asaltos completamente desequilibrados, con caída incluida.
Stanionis comenzó el combate sin mostrar respeto, tratando de ejercer una fuerte presión desde el principio con su característico avance en guardia cerrada, mientras que Ennis se apoyaba en un constante bombardeo de jabs de contención, que a veces alternaba con violentos uppercuts al cuerpo.
Aunque el púgil lituano se mostraba decidido y confiado, la diferencia de velocidad e imaginación fue evidente desde los primeros compases de la pelea. Ennis cambiaba de guardia con naturalidad, variaba combinaciones y ángulos de ataque, y respondía con la precisión y los reflejos de una computadora cada vez que su rival se atrevía a lanzar.
Emblemático fue el tercer asalto, en el que Stanionis encontró el hueco para conectar algunos derechazos de buena factura mientras Boots peleaba en guardia zurda. Sin embargo, el estadounidense cerró el round como un verdadero campeón, cambiando de ritmo y haciendo valer su potencia física hasta hacer retroceder al sólido boxeador lituano.
El púgil de Filadelfia fue asumiendo progresivamente el control total de las operaciones y, en el cuarto asalto, incluso empezó a divertirse con el público, regalando gestos provocadores mientras se burlaba de un Stanionis confundido, sin ideas ni recursos.
El lituano lo dio todo en el quinto asalto, lanzándose al ataque y sacando lo mejor de su repertorio, pero una vez más, tras absorber la ofensiva sin consecuencias, fue Ennis quien dominó el último minuto del round, provocando incluso una hemorragia nasal a su rival con sus uppercuts.
Precisamente el uppercut fue el golpe protagonista del sexto asalto. Boots volvió a colocarse en guardia zurda y descargó sobre su rival una auténtica lluvia de golpes, con uppercuts de izquierda que atravesaban con frecuencia la guardia de Stanionis, alcanzando también el cuerpo de forma reiterada.
La acumulación de castigo obligó finalmente al lituano a arrodillarse y escuchar la cuenta del árbitro. El campeón de la WBA logró levantarse a tiempo y llegar al final del asalto, pero su esquina decidió sabiamente detener la contienda, que se había vuelto completamente desigual.
Prueba superada con nota por parte de Jaron Ennis, que ante un rival sólido y combativo volvió a mostrar al mundo su clase desbordante. El estadounidense demostró además gran serenidad al no buscar el nocaut de forma obsesiva como en ocasiones anteriores, boxeando con fluidez y cargando sus golpes solo cuando veía el hueco adecuado.
Incluso su defensa, que en el pasado fue objeto de críticas y dudas, pareció esta vez más atenta y eficaz de lo habitual: varios de los mejores golpes de Stanionis fueron amortiguados parcialmente por Boots gracias a sus movimientos de cabeza y torso, lo que le permitía minimizar el daño y responder con rapidez.
Se esperaba más de Eimantas Stanionis, quien en el pasado había demostrado una gran capacidad para absorber castigo en un combate cara a cara contra el aguerrido pegador ruso Radzhab Butaev. Esta vez, sin embargo, se topó con una montaña demasiado alta y demostró, aunque a su pesar, que un muy buen boxeador no puede competir con un fuera de serie.
Ahora será interesante ver si Jaron Ennis querrá continuar con el proceso de unificación de títulos mundiales del peso wélter retando a los dos campeones que restan, Brian Norman Jr. (WBO) y Mario Barrios (WBC), o si preferirá subir de categoría para medirse con los temibles rivales que se encuentran en las 154 libras. Haga lo que haga, cualquiera que ame el boxeo debería asegurarse de no perderse sus próximos combates, porque cada vez que sube al ring, el púgil de Filadelfia ofrece espectáculo.