Para un peso pesado, alcanzar la plena madurez en los años 70 era el colmo de la mala suerte. Lo que aún hoy los expertos consideran la época dorada de la categoría reina vio enfrentarse en la cima mundial a atletas de la talla de Muhammad Ali, Joe Frazier, George Foreman y muchos más. Entre los que tuvieron que lidiar con este destino adverso estuvo Joe Bugner, inglés de adopción, un boxeador de físico imponente, gran defensa y una solidez impresionante. Logró medirse con los más grandes sin desentonar, asegurándose un pequeño lugar en la historia de aquella gloriosa era. Hoy, en su septuagésimo quinto cumpleaños, repasamos el camino que lo llevó de un rincón del planeta al otro, desde los golpes reales de las leyendas del ring hasta los cinematográficos del mítico Bud Spencer.
La pelea de la discordia y el odio popular
Cuando el pequeño Joe se refugió en el Reino Unido con su familia para escapar del caos de la revolución húngara, probablemente era demasiado joven para imaginar cómo lo tratarían los ingleses en el futuro. Al principio, la acogida fue amigable, pero todo cambió tras la más amarga de sus victorias: la conseguida ante el ídolo local Henry Cooper. Este último, que años antes había estado a punto de noquear al gran Muhammad Ali, era adorado por los aficionados británicos. El duelo, celebrado en 1971 en Wembley, fue un combate muy táctico y equilibrado, en el que, sin embargo, Cooper pareció conectar los golpes más significativos. Quizás influenciado por el último asalto, que fue favorable a Cooper, el árbitro y único juez, Harry Gibbs, proclamó vencedor al joven de 21 años de origen húngaro. Bugner levantó los brazos al cielo, entusiasmado por haberse convertido de un solo golpe en campeón de Europa, de Gran Bretaña y de la Commonwealth, sin saber que aquel triunfo, considerado injusto por la gente, le impediría para siempre ganarse el cariño del público británico.
Un muchacho frente al dios del boxeo: Bugner vs Ali
Hay una anécdota contada por el propio Bugner que ilustra la ingenuidad con la que el joven rubio se preparaba para desafiar al astuto y experimentado Muhammad Ali en Las Vegas, dos años después de su triunfo sobre Cooper:
«Antes de nuestra pelea, Ali me pidió que le guiñara el ojo en cuanto un periodista se acercara. Probablemente debería haber sospechado algo. Le guiñé el ojo y, de repente, él saltó de su silla y, señalándome, gritó: ‘¡Me ha llamado negro!’. Yo estaba en shock, era solo un chico en ese entonces y no sabía qué decir. Poco después, Ali se me acercó y me dijo: ‘Oye, Joe Bugner, ¿lo hice bien?’. Le respondí que me había hecho quedar como un racista, y él contestó: ‘Esa es la idea, Joe, estamos vendiendo entradas’.»
Tal vez también gracias a su inconsciencia juvenil, aquella noche Bugner se comportó mejor de lo esperado, especialmente en la primera parte del combate, cuando sus largos brazos se movían con rapidez. Perdió igualmente, ya que Ali poco a poco se adaptó a su estilo, pero no desentonó, tanto que poco después consiguió una pelea en casa contra Joe Frazier.
La guerra con Joe Frazier: ¡un décimo asalto increíble!
El combate entre Bugner y Smokin’ Joe, celebrado en Kensington, provocó varios escalofríos en los espectadores. Psicológicamente afectado por la derrota sufrida seis meses antes contra Foreman, Frazier comenzó bastante tenso: si Bugner hubiera tenido más potencia, quizás los golpes que conectó al inicio, mientras su fornido rival avanzaba hacia él, podrían haber sido fatales. No fue así, y poco a poco, el favorito de la velada, con su ritmo frenético, tomó el control. El combate, aparentemente destinado a continuar sin sobresaltos, volvió a encenderse en el décimo asalto. Frazier acorraló a su oponente en la esquina y lo dejó aturdido con un demoledor gancho de izquierda; increíblemente, sin embargo, a pesar de que Bugner estaba aturdido y sin defensa, lo dejó arrodillarse sin darle el golpe de gracia. Después del combate, dijo: “Cuando estaba contra las cuerdas y sus piernas se habían ido, podría haberlo matado, pero a mi madre no le habría gustado, así que di un paso atrás”. Un gesto de inmensa deportividad que Smokin’ podría haber pagado caro: poco después del conteo, un derechazo de Bugner lo tomó desprevenido y le hizo doblar las piernas por un instante. Sin embargo, ambos ya estaban exhaustos, y el combate terminó con el merecido triunfo de Frazier.
La caída de la motivación y la “huida” del Reino Unido
Aunque llegaron contra rivales formidables, esas dos derrotas tuvieron un fuerte impacto en el ánimo de Bugner. A pesar de encadenar ocho victorias consecutivas, entre ellas sobre nuestros compatriotas Bepi Ros, Mario Baruzzi y Dante Cane, logrando así una oportunidad por el título mundial, que entretanto había vuelto a manos de Ali, Joe no mostraba progresos significativos. Llegó a la gran cita fuera de forma y apagado, perdiendo por puntos con una gran diferencia. El púgil comenzaba a sufrir la evidente hostilidad del público y la prensa británica: “Incluso los gemelos Kray tenían mejor prensa”, comentó más tarde, en alusión a dos infames gánsteres londinenses. Entre retiradas temporales y regresos, cosechó resultados irregulares, entre ellos una derrota en el segundo asalto por una herida contra el temible pegador Earnie Shavers, supuestamente causada por un cabezazo. Años después, Shavers confesó a Bugner que Don King le había dicho que lo eliminara por cualquier medio, sin temor a la descalificación. Cuando la ya mutua aversión entre el púgil y los aficionados británicos alcanzó su punto máximo, Joe se trasladó a Australia, donde obtuvo la ciudadanía.
La gran oportunidad de venganza: Joe Bugner vs Frank Bruno
A los 37 años, Bugner tuvo ante sí una oportunidad única. Frank Bruno, peso pesado británico adorado por los aficionados de las islas, buscaba un rival para ponerse a prueba de cara a un posible combate contra Mike Tyson. Joe se postuló con insistencia: después de todo el odio que había soportado durante años, se le presentaba la oportunidad de infligir a los seguidores británicos la más amarga de las humillaciones, derrotando ante sus ojos a su nuevo ídolo. El combate, precedido por una intensa campaña publicitaria, vio emerger en escena al promotor Barry Hearn, cuyo hijo Eddie es hoy una figura destacada del negocio. Barry hizo creer al público que el evento no sería transmitido en directo por televisión para incrementar la venta de entradas, pero se retractó pocos días antes de la pelea. Sin embargo, lo que podría haber sido una hermosa historia de redención terminó en un fiasco: los años y el exceso de peso de Joe eran ya demasiados para competir al más alto nivel, y Bruno se impuso por KO técnico tras ocho asaltos poco emocionantes en el White Hart Lane de Tottenham.
Aprovechando su imponente físico, Bugner supo reinventarse en el cine tras su retiro: muchos lo recordarán interpretando simpáticos papeles en algunas películas de Bud Spencer, desde Lo chiamavano Bulldozer hasta Io sto con gli ippopotami. En cualquier caso, la última tierra adoptiva del antes húngaro, luego británico y hoy australiano Joe Bugner, nunca la ha abandonado.