El gran día está cerca: este sábado, en la Kingdom Arena de Riad, Arabia Saudita, el mundo entero descubrirá de una vez por todas quién es el peso pesado más fuerte de esta generación. Oleksandr Usyk vs Tyson Fury 2 tiene todas las posibilidades de convertirse en un desafío épico, de esos que mantienen a los espectadores al borde de sus asientos con un continuo vaivén de emociones, al igual que la primera pelea entre estos dos colosos. ¿Logrará el Gipsy King recuperar sus cinturones o el fuera de serie ucraniano confirmará su superioridad y se colocará de pleno derecho entre los más grandes de todos los tiempos?
¿Quién está más desgastado entre los dos púgiles?
Siempre es extremadamente difícil prever de antemano el estado de forma con el que un boxeador que ya no está en su mejor momento, como los dos protagonistas del combate del sábado, subirá al ring. Al más alto nivel, incluso una pequeña disminución en el rendimiento debido a la edad o al desgaste provocado por las batallas pasadas puede ser determinante para cambiar el resultado de una pelea. Pero, ¿quién entre Usyk y Fury está más cerca del ocaso?
La simple comparación de edades apuntaría al boxeador ucraniano, quien, al estar próximo a cumplir treinta y ocho años, es un año y medio mayor que su rival. Sin embargo, cualquiera que siga el deporte sabe que cada atleta reacciona de manera diferente al paso del tiempo: algunos enfrentan una caída de sus habilidades físicas poco después de los treinta años, mientras que otros llegan a los cuarenta aún ofreciendo actuaciones de campeón.
A Fury le pesa un estilo de vida lejos de ser impecable que el Gipsy King ha llevado en ciertos periodos de su vida. La historia nos enseña que los boxeadores más longevos han sido aquellos que lograron mantenerse alejados de los excesos, conservándose en excelente forma incluso durante los periodos de descanso. Con sus continuas fluctuaciones de peso y el daño que sufrió su cuerpo durante la etapa en que cayó en depresión y aumentó de peso de manera descontrolada, Fury ciertamente ha acelerado las manecillas de su «reloj biológico».
Por otro lado, sobre los hombros de Usyk pesan los 350 combates que disputó como amateur, una cifra simplemente impresionante, que tarde o temprano podría pasarle factura. Sin embargo, Fury ha estado sometido indudablemente a batallas más desgastantes como profesional, no solo por haber subido al ring catorce veces más, sino especialmente por haber librado un mayor número de guerras intensas, como lo demuestran las ocho caídas sufridas en su carrera, algunas de ellas muy duras.
La táctica de Usyk: ¿pelea calcada o movimiento sorpresa?
Parecería lógico que el campeón en título adoptara la misma estrategia que ya le permitió triunfar una vez, tal vez perfeccionándola con algunos ajustes tácticos para reducir la efectividad de los uppercuts al cuerpo y al rostro que le causaron varios problemas.
Por otro lado, Usyk sabe que Fury espera encontrarse exactamente con el mismo boxeador que enfrentó en mayo y, por lo tanto, podría intentar cambiar el guion con un movimiento sorpresa, algo que nunca se puede descartar cuando quien sube al ring es un fuera de serie absoluto como el ucraniano.
Contra Anthony Joshua, por ejemplo, Usyk logró en parte cambiar de piel de cara a la revancha. Mientras que en la primera pelea mantuvo un ritmo de trabajo más bajo en comparación con sus estándares, imprimiendo mayor potencia a sus golpes para intimidar y desestabilizar a su rival, en la revancha lanzó casi doscientos golpes más, obligando a AJ a estar constantemente en tensión y llevándolo a perder el control en la recta final.
Sobre el papel, un cambio similar podría caracterizar el combate de este sábado: a diferencia de la pelea de mayo, que Usyk abordó de manera cautelosa y reservada, aumentando el ritmo solo después de la mitad del combate, el ucraniano podría atacar a Fury y bombardearlo con golpes desde el principio, con el objetivo de sorprenderlo e impedirle implementar cualquier táctica preparada en el gimnasio.
Sin embargo, tal elección no estaría exenta de riesgos. Un comienzo demasiado agresivo expondría al campeón al riesgo de recibir un golpe pesado por parte de un Fury aún fresco. Además, Usyk, quien ya no es un joven y que en la última pelea llegó al final claramente agotado, podría quedarse sin energías si gasta demasiado en la primera parte del combate.
La táctica de Fury: ¿estrategia sin cambios o agresión brutal?
Muchos sostienen que Tyson Fury cometió un error al plantear el primer combate desde una posición de espera y boxeo a larga distancia, entrando así en el terreno preferido de su rival y anulando su ventaja de peso. Según estos, el británico haría mejor en presentarse más pesado para la revancha y atacar sin contemplaciones, tal como hizo en su segunda pelea contra Deontay Wilder en 2020.
Personalmente, soy extremadamente escéptico sobre la validez de esta teoría y sobre el hecho de que su aplicación práctica pueda traer al Gipsy King los resultados esperados. A mi parecer, Fury no dispone del juego de pies ni de la agilidad necesarios para perseguir a Usyk por el ring y forzarlo a una agotadora batalla cuerpo a cuerpo.
Ese enfoque resultó extraordinariamente efectivo contra el Bronze Bomber, quien, a diferencia del actual campeón, era vulnerable debido a sus enormes carencias técnicas, su débil equilibrio sobre las piernas y su presunción de poder mantener a raya a cualquier rival con la potencia de su letal derecha.
Si es atacado de forma agresiva, Usyk tendría pocas dificultades para salir lateralmente de la trayectoria de los golpes de Fury y contraatacar utilizando magistralmente su pivote y su capacidad para cambiar continuamente y de forma impredecible el ángulo de sus combinaciones. Un Fury más pesado y ofensivo probablemente sería neutralizado sin mayores complicaciones en los primeros compases, para luego quedarse sin aliento y quedar completamente a merced de su rival con el paso de los minutos.
Mucho más sensato sería que el Gipsy King replicara el enfoque del combate de mayo, buscando prolongar la fase favorable basada en movimientos rápidos, golpes cruzados y una constante alternancia entre uppercuts al cuerpo y al rostro, para luego apoyarse en su experiencia y su capacidad de obstrucción cuando el cansancio le dificulte mantener a Usyk a una distancia segura.
Oleksandr Usyk vs Tyson Fury: ¿qué pasará? ¡La predicción de Boxe Punch!
Como habrán deducido al leer los párrafos anteriores, desde mi punto de vista, aunque sea imposible descartar de antemano movimientos sorpresa y giros inesperados, ambos púgiles recurrirán a una estrategia similar a la empleada en su primer enfrentamiento. Por ello, para intentar prever las dinámicas del combate de este sábado, resulta crucial interpretar correctamente lo que sucedió hace siete meses en Riad.
Los lectores habituales de Boxe Punch recordarán que hace mes y medio publiqué un artículo de opinión en el que criticaba duramente la narrativa según la cual Fury estaba dominando cómodamente el combate de mayo antes de caer víctima de un error fatal (haz clic aquí para leer el artículo).
Lo que realmente presenciamos fue una guerra entre voluntades opuestas: la de Usyk, que buscaba acortar la distancia para ejecutar sus combinaciones a corta distancia, y la de Fury, que intentaba mantener al ucraniano lejos utilizando su largo alcance. Esa guerra está destinada a repetirse en pocos días, y el ganador será aquel que demuestre tener más energía física y mental.
Desde la perspectiva de quien les escribe, el triunfo de Oleksandr Usyk en mayo fue más claro de lo que reflejaron las tarjetas oficiales. Fury fue extremadamente hábil para convencer a los jueces de otorgarle la mayoría de los asaltos equilibrados gracias a su actitud desenfadada, su carisma y su capacidad innata de aparentar tener todo bajo control. Sin embargo, el boxeo más concreto, efectivo y digno de ser premiado, fuera del intervalo comprendido entre el cuarto asalto y la primera mitad del séptimo, lo ofreció el púgil ucraniano.
De cara a la revancha, hay razones fundadas para creer que esta diferencia podría ampliarse aún más. No solo los diversos factores de desgaste mencionados al principio de este artículo parecen indicar que Tyson Fury podría ser el más «consumido» y cercano al declive entre los dos boxeadores, sino que el propio combate del 18 de mayo podría haber tenido un impacto significativo en el físico y la psicología del Gipsy King.
El británico recibió, entre el octavo y noveno asalto, una serie de golpes violentísimos, de esos que pueden acortar una carrera. Además, subirá al ring con la clara conciencia de que debe ser perfecto y de que podría encontrarse nuevamente, en cualquier momento, al borde del abismo. Usyk, en cambio, sabe que puede absorber los mejores golpes de su rival y que tiene el poder para noquearlo.
Esa diferencia en el estado de ánimo con el que ambos púgiles atravesarán las dieciséis cuerdas, sumada a las ventajas ya demostradas por el campeón hace siete meses, me lleva a pensar que el resultado de mayo será confirmado de forma aún más clara e inequívoca.
Se dice que los gatos tienen nueve vidas, y Tyson Fury, casi como un gigantesco felino, ha resurgido varias veces de sus cenizas, recuperando lucidez y fuerza para luchar cuando parecía condenado a permanecer en la lona. Pero, curiosamente, el Gipsy King ha sufrido ocho knockdowns a lo largo de su carrera profesional. ¿Será esta la señal de que ha llegado a la última de sus innumerables «vidas deportivas» y que la próxima caída será la definitiva?
Yo creo que sí, y por eso preveo una victoria por KO de Oleksandr Usyk en el último tercio del combate.