Hace algunos días, el reconocido periodista estadounidense Keith Idec protagonizó en las redes sociales un ataque frontal contra el famoso sitio de información de boxeo BoxingScene.com. ¿El motivo? Una «noticia de última hora» publicada en dicho sitio sin mencionar el nombre de Idec, quien sostiene que él fue el primero en dar a conocer la exclusiva. Estas disputas son extremadamente frecuentes en el mundo del periodismo especializado en Estados Unidos, pero ¿realmente tienen sentido en la actualidad?
Comencemos con una descripción clara de los hechos. Keith Idec, quien actualmente escribe para Uncrowned.com, YahooSports y BoxingNewsED, pero que en el pasado, irónicamente, fue durante años una pieza clave de BoxingScene, publicó el viernes pasado un artículo en el que anunciaba en exclusiva un sorprendente cambio de última hora en la composición del jurado de Usyk vs Fury.
Fernando Barbosa, quien debería haber sido parte del panel de jueces, renunció al cargo dos días antes del gran evento, oficialmente por problemas de salud. Como señaló el propio Idec en su artículo, este giro de los acontecimientos resolvió un posible conflicto de interés, ya que Barbosa trabaja como comentarista para ESPN, una emisora vinculada contractualmente con Top Rank, la empresa de promoción de Bob Arum, co-promotor de Tyson Fury.
La noticia también fue publicada por BoxingScene en un breve artículo firmado por Matt Christie, donde no se mencionan fuentes directas para la obtención de la información reportada. La posterior difusión de la nota en la red social X, etiquetada como «BREAKING NEWS», enfureció a Keith Idec, quien publicó el siguiente mensaje (que luego eliminó):
«Y ahora BoxingScene, que ayudé a construir con mis propias manos hasta lo que ERA, no me da crédito por haber dado una noticia en exclusiva. Esto no es un descuido, es un patrón. Ya no me importa la amistad, la cortesía profesional, etc. Esto se pondrá MUY feo si la gente no empieza a comportarse como debe.»
Como se mencionó al principio del artículo, quienes siguen regularmente a los grandes nombres del boxeo internacional saben que este tipo de disputas no son nada raras, hasta el punto de que un mismo periodista puede encontrarse a veces en el papel de acusador y otras veces en el de acusado. Por ejemplo, el conocido Dan Rafael, quien en el pasado lanzó duras críticas contra colegas que «copiaron» sus noticias sin mencionarlo, en esta ocasión fue señalado por Idec con las palabras: «Esta información me resulta familiar. Como si la hubiéramos visto en otro lugar. Anoche, si no recuerdo mal. Hmmm.»
El propósito de este artículo no es determinar si Keith Idec tuvo o no razón al perder la calma. Quien escribe no tiene el tiempo, los medios ni el interés de realizar un análisis forense sobre los horarios de publicación de los distintos artículos aparecidos en la red, ni sobre los métodos con los que una u otra fuente obtuvo la información de manera independiente. Sin embargo, cada vez me pregunto más si esta obsesión por el «scoop» tiene todavía algún sentido en los albores del 2025.
Intenté responder a la pregunta abordando el tema desde dos perspectivas diferentes: la del escritor aficionado, comprometido por pura pasión y sin retornos económicos en el cuidado del sitio que fundé hace algunos meses, y la del gran apasionado, que sigue con insaciable curiosidad todo lo relacionado con el mundo del boxeo desde hace casi veinte años. Sin embargo, cambiar el enfoque del razonamiento no influyó en la respuesta: negativa en ambos casos.
Como escritor principiante, puedo decir que el orgullo de ofrecer a mis lectores una noticia exclusiva es un sentimiento que siempre ha estado a años luz de mi persona, por dos razones fundamentales. La primera es que no poseo una red de contactos y relaciones que me permita poner las manos en una noticia jugosa antes que nadie. La segunda, mucho más subjetiva, es que «detesto» escribir noticias.
Desde que di inicio al ambicioso proyecto llamado BoxePunch, he experimentado un placer febril al realizar la mayoría de los artículos que contiene: análisis, historias del pasado, artículos de opinión, entrevistas, predicciones…
Día tras día me siento frente a mi PC para componer mi obra con el entusiasmo de un niño, EXCEPTO cuando se trata de relatar acríticamente un simple hecho de crónica deportiva. En esos casos escribo por deber más que por placer, y no es casualidad que la sección «newsflash» de este portal se actualice con menor frecuencia que las demás.
Si, sin embargo, dejo de lado el rol de «periodista por hobby» y vuelvo a ponerme en los zapatos de un simple fanático de toda la vida, sigo teniendo dificultades para entender la importancia de determinar quién descubrió primero el más reciente hecho de interés público. Naturalmente, como apasionado voraz que soy, me interesan mucho las noticias diarias, pero casi nunca me he preguntado quién es la fuente que las proporciona.
Muy diferente es la situación cuando me encuentro con una entrevista bien trabajada, un artículo brillante sobre la historia del boxeo, o un análisis original e inteligente de un combate: en ese caso corro a leer el nombre del autor y lo guardo bien en mi memoria para asegurarme de seguir sus próximas publicaciones, con la certeza de que las disfrutaré.
Los celos por la autoría de una noticia me parecen un vestigio del periodismo de antaño, ese cuyo único destino natural eran los quioscos, cuando revelar una primicia antes que otros impactaba enormemente en el número de ejemplares vendidos. Pero en el siglo XXI, en la era del periodismo digital, donde un usuario con unos pocos clics revisa docenas de fuentes en segundos, ¿a quién le importa el orden cronológico en que Fulano, Mengano o Zutano relataron un hecho?
Descubrí el talento de Keith Idec y el excelente valor de su trabajo cuando escribía para BoxingScene. Lo hice gracias a la claridad expositiva de sus artículos, su léxico fluido y su profundidad de análisis. Desde entonces, devoro sus artículos y seguiré haciéndolo independientemente del medio para el que publique. Ciertamente, nunca lo he hecho ni lo haré por alguien cuyo único mérito sea adelantarse unos minutos a los demás.
Para ser el primero se necesitan buenas relaciones (y, a veces, ciertos compromisos). Para ser el mejor se necesitan talento, creatividad, competencia y cultura. Y estas últimas cualidades me parecen mucho más dignas de admiración.