El valiente boxeador mexicano Óscar Valdez enfrentó una auténtica masacre en su desesperado intento por vengar la derrota de agosto del año pasado contra su compatriota Emanuel Navarrete. Esta vez, el desenlace fue aún más contundente: el campeón mundial superpluma de la WBO, quien en la primera pelea había ganado claramente por decisión, aseguró anoche un KO en el sexto asalto tras enviar al desafortunado retador a la lona en tres ocasiones.
La única esperanza real que podían tener los aficionados de Valdez estaba ligada a la posibilidad de que Navarrete, después de fallar en su intento por conquistar un título mundial en la división de peso ligero, subiera al ring debilitado por los sacrificios para dar el peso superpluma. Una vez que esta idea se desvaneció, con el campeón mostrando energía y agilidad desde el inicio, también desaparecieron para Valdez las pocas opciones que tenía.
Para ser justos, Valdez lo dio todo: intentó pelear de manera más propositiva que en el primer enfrentamiento, recurrió con frecuencia a movimientos laterales para no ser un blanco fácil y logró equilibrar el primer asalto hasta los últimos segundos. Sin embargo, un gancho derecho a la sien por parte de Navarrete lo tomó por sorpresa justo al final del round, enviándolo a la lona.
El mayor problema del retador en este enfrentamiento fue la falta de cualidades para contrarrestar las virtudes del campeón. Valdez no es lo suficientemente hábil en defensa como para neutralizar los ataques algo desordenados de Navarrete, ni pelea a un ritmo lo bastante alto como para mantenerlo constantemente retrocediendo y sin espacio para desplegar su arsenal. Pero lo que realmente marcó la diferencia fue el impacto de los golpes de cada uno.
Para mantenerse a flote, Valdez necesitaba pelear a la perfección; cualquier error lo exponía a momentos de intenso sufrimiento, ya que los golpes de Navarrete lo aturdían y lo desconectaban del combate. En cambio, el campeón podía cometer errores sin problema: incluso cuando dejaba huecos y recibía golpes directos al rostro, no mostraba señales de molestia y seguía tejiendo su estrategia.
La perfección, como sabemos, no existe, y Valdez solo logró acercarse a ella en el tercer asalto, que de hecho fue equilibrado. Sin embargo, a partir del cuarto round, Navarrete retomó el control, logrando otra caída justo antes del descanso.
El retador, con enorme valentía, intentó superar el momento difícil respondiendo fuego con fuego, pero sus avances estaban impulsados únicamente por su espíritu guerrero y carecían de estrategia racional. Navarrete aprovechó esto y desplegó todo su arsenal ofensivo, encontrando el golpe perfecto en el sexto asalto.
Tras aturdir a Valdez y obligarlo a retroceder contra las cuerdas, el campeón lanzó un devastador uppercut de izquierda al hígado, un golpe que ya había intentado varias veces durante el round, haciendo que un agotado Valdez cayera de rodillas. El árbitro inició la tercera cuenta de la noche pero la detuvo compasivamente, abrazando al retador, ya que era evidente que no había posibilidad de continuar.
Así, Emanuel Navarrete marcó un regreso espectacular en la emocionante categoría superpluma, que actualmente está llena de posibles enfrentamientos explosivos. Una unificación mundial contra alguno de los otros campeones o un nuevo duelo mexicano contra Rafael Espinoza, quien podría subir desde peso pluma para enfrentarlo, son perspectivas muy atractivas para Navarrete.