Nakatani obliga a Nishida a retirarse tras seis asaltos

Japón, antigua tierra de samuráis, representa hoy una de las vanguardias emergentes y más avanzadas del boxeo. El éxito de la escuela boxística japonesa no es casualidad, sino el fruto de un sistema estructurado que combina respeto por la tradición, una organización meticulosa y el desarrollo metódico del talento.

El país del Sol Naciente, con una larga y arraigada historia en las artes marciales, ofrece un público amplio y apasionado gracias a una sólida tradición de disciplina y sacrificio.

El boxeo encaja perfectamente en este contexto, encontrando legiones de aficionados y practicantes, de entre los cuales han surgido —y siguen surgiendo— pequeños grandes guerreros capaces de captar la atención incluso fuera de las fronteras niponas. Eficiencia, pasión, infraestructuras de vanguardia, gimnasios de altísimo nivel y un enfoque que combina de manera magistral la preparación técnica y física. Así nació, boxísticamente hablando, Naoya “The Monster” Inoue, quien para el que escribe es el número uno libra por libra, sin rodeos: una pequeña furia capaz de deslumbrar por limpieza técnica, precisión, velocidad, potencia, mentalidad, coraje y espíritu competitivo.

Si Inoue representa la cima absoluta de la escena, merecen igualmente gran atención los dos púgiles que subieron hace apenas unas horas al ring del Ariake Colosseum de Tokio para disputarse los títulos mundiales del peso gallo del CMB y la FIB en una gran pelea de unificación: el campeón del mundo del CMB Junto Nakatani y el de la FIB Ryosuke Nishida.
El que salió vencedor, gracias a una potencia física arrolladora, fue Nakatani, quien dejó clara la razón por la que es uno de los nombres emergentes del panorama mundial. La victoria llegó por abandono de Nishida tras el sexto asalto, cuando su esquina decidió evitarle un castigo mayor al no dejarlo salir de nuevo al centro del ring, poniendo así fin al combate. Gran victoria por parte de Nakatani, que mostró todas sus cualidades, pero también excelente actuación de Nishida, boxeador de gran técnica, penalizado por una menor contundencia física.

Nakatani llegaba al combate con un récord de 30 victorias, 23 de ellas por nocaut, y ninguna derrota. Nishida subía al ring con una marca de 10 victorias, 2 por nocaut, y cero derrotas. Ambos invictos, ambos zurdos, pero con estilos profundamente distintos: más cerebral, basado en una notable limpieza técnica y un juego de piernas de altísimo nivel el de Nishida; mucho más explosivo el de Junto, un pegador de estilo agresivo, con una potencia inusual para la categoría, pero también con una gran destreza técnica.

Al sonar la campana del primer asalto, Nakatani comenzó de inmediato a acosar a Nishida. El avance de Junto fue vehemente, con una búsqueda obsesiva del nocaut instantáneo, especialmente con el uppercut de derecha, lanzado de forma continua. Nishida se vio literalmente arrollado por un tornado. Logró contenerlo de alguna manera, pero se vio obligado a cambiar de estrategia desde el inicio, consciente de que no podía permitirse otro asalto como ese.

Ya en el segundo asalto fue Nishida quien optó por avanzar para romper el ritmo y controlar la distancia, pero Junto se desenvolvió muy bien, moviéndose con soltura y lanzando sus golpes, siempre cargados y contundentes.

A partir del tercer asalto, sin embargo, Nishida empezó a entrar en ritmo. El zurdo originario de Nara pareció quitarse de encima la ansiedad inicial y decidió con inteligencia restarle espacio a Nakatani para amortiguar el impacto de sus golpes. No obstante, pese a un excelente round, volvió a quedar claro que la potencia de los impactos de Junto era visiblemente superior. Es encomiable cómo Nishida ajustó su boxeo para intentar poner en aprietos a Nakatani, gestionando la distancia y buscando el momento justo para penetrar la guardia del rival. Brillante el derechazo recto con el que conectó de lleno en el rostro de Nakatani. Aun así, el más afectado visiblemente fue Nishida, cuyo ojo derecho empezó a cerrarse por los golpes recibidos.

El combate, en esta fase, se libró principalmente a media-corta distancia, con Nishida llevando la iniciativa, claramente con la intención de sofocar la explosividad de Nakatani. Una elección quizá sensata, pero que dio escasos frutos. Junto no tuvo mayores dificultades en sacarse de encima a su oponente para soltar sus golpes, especialmente el gancho de izquierda y el uppercut de derecha, con los que infligió daño tras daño. De hecho, al final del quinto asalto, el médico tuvo que intervenir para evaluar el estado del ojo derecho de Nishida, ya visiblemente inflamado.

Prácticamente imposible de contener, Nakatani siguió desplegando su boxeo sin preocuparse por los ajustes tácticos del rival. En algunas ocasiones, por exceso de confianza, Junto se desequilibraba tras cargar demasiado sus golpes, pero Nishida no lograba aprovechar esas brechas, también debido a la rapidez de reacción de Nakatani, que recuperaba la posición enseguida. Incluso en el sexto asalto, Nishida logró conectar varias veces con su derecha recta, sin causar efecto alguno ni inmediato ni acumulado. Demasiada diferencia en cuanto al impacto. Nakatani continuó castigando a su adversario, agravando aún más el estado del ojo dañado.

Con sabiduría, el rincón de Ryosuke decidió impedir que su boxeador saliera al siguiente asalto, evitando así daños mayores y una paliza innecesaria, decretando la victoria de Junto.

Nakatani confirmó así todas las cualidades que lo convierten en el nuevo nombre destacado del panorama japonés y mundial. Y ya hay quien sueña con un enfrentamiento estelar, por el nivel que implicaría, ante el otro ídolo local y figura cumbre del boxeo mundial: Naoya Inoue.

Breves apuntes tras el cierre del evento.
Un público apasionado, estadios llenos, estructuras de vanguardia y púgiles de altísimo nivel, indomables y de férrea disciplina. Si el boxeo italiano tomara como modelo al movimiento japonés y al del bloque exsoviético, en lugar de hacer el ridículo con actitudes importadas de “otros mundos”, quizás ganaría en credibilidad y resultados.
Recomiendo además encarecidamente ver el combate que precedió al evento principal: el duelo entre Tenshin Nasukawa y Victor Santillán. Nasukawa es un boxeador de técnica espléndida, entretenido de ver y magnífico desde el punto de vista técnico, sólo limitado por una pegada demasiado ligera.

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