Tensión, emoción, sufrimiento y una alegría liberadora: la noche de Michael Magnesi en el ring de Valmontone fue un torbellino de emociones, pero al final Lone Wolf logró su objetivo. El púgil italiano recuperó el título Silver WBC del peso superpluma al derrotar por puntos a un durísimo Khalil El Hadri, a pesar del feroz intento de remontada del francés. El veredicto fue unánime, con las siguientes puntuaciones: 115-113, 115-113, 116-113. Magnesi recupera así el cinturón que había cedido al japonés Masanori Rikiishi tras la dramática derrota por KO técnico del año pasado.
El italiano comenzó con buen pie, adueñándose inmediatamente del centro del ring y mostrando una actitud claramente más agresiva en el primer asalto, frente a un rival sorprendentemente tímido y escurridizo. Sin embargo, la pasividad inicial del campeón desapareció rápidamente, y ya en el segundo asalto, El Hadri empezó a lanzar golpes con una potencia temible, aunque sin superar a Magnesi en volumen de golpes.
Durante un par de asaltos, el francés intentó asumir el rol de un outfighter puro, moviéndose sin cesar alrededor de su rival y utilizando su jab de izquierda de manera constante. Esta estrategia le dio buenos resultados, ya que Magnesi no lograba acortar la distancia con suficiente rapidez y era anticipado una y otra vez.
No obstante, el italiano recuperó el control del combate en los asaltos intermedios y lo mantuvo con firmeza gracias a una agresividad renovada y a un workrate impresionante que desconcertó a su hábil oponente. Especialmente espectacular fue el séptimo asalto, repleto de intercambios encendidos. En un momento, parecía que El Hadri podía tomar la delantera, hasta que un repentino gancho de izquierda de Magnesi lo sorprendió y lo hizo tambalearse por un instante.
La diferencia a favor del italiano no fue tanto la potencia—ya que Lone Wolf no destaca como un pegador demoledor—sino la precisión quirúrgica de algunos de sus golpes, que aumentaban su efectividad. Esto contrastaba con los golpes más abiertos y telegráficos del francés. No es casualidad que El Hadri hiciera otro ajuste táctico, volviendo a moverse constantemente en el noveno asalto, lo que le resultó favorable.
A pesar de haber demostrado una buena técnica en la larga distancia, El Hadri—gracias al open scoring, que revelaba las puntuaciones parciales a los púgiles y al público—se dio cuenta de que estaba en gran desventaja y que tenía que jugárselo todo. A partir del décimo asalto, el francés se lanzó al ataque sin preocuparse más por su defensa, aumentando el ritmo al máximo y buscando el nocaut con todas sus fuerzas.
En esta fase del combate, muchos de los seguidores de Michael Magnesi seguramente revivieron los fantasmas de lo ocurrido el año pasado contra el temible Rikiishi. Sin embargo, esta vez el italiano no se dejó arrastrar. Aunque tuvo que soportar golpes muy pesados contra las cuerdas, nunca dejó de responder y protagonizó un undécimo asalto de enorme valentía.
Sufrimiento hasta el final, pero sin giros inesperados antes del último sonido de la campana, que dejó la decisión en manos de los jueces. Mi tarjeta no oficial marcó un 115-113 a favor de Magnesi, por lo que considero justo el veredicto de los jueces, aunque el combate fue muy parejo.
Lo más destacado de la gran actuación del italiano fue su fortaleza mental en los momentos difíciles. Si la derrota anterior hubiera dejado secuelas importantes en su mente, cuando El Hadri empezó a atacar con todo en los últimos asaltos, Magnesi se habría derrumbado. En cambio, apretó los dientes y superó la tormenta como un verdadero campeón.
Por supuesto, aún queda trabajo por hacer de cara a una ansiada oportunidad mundialista. Desde mi punto de vista, el aspecto en el que más deberá mejorar es la gestión de los momentos críticos: esas fases en las que un boxeador necesita tomar aire y conceder terreno al rival. Magnesi se desenvuelve de manera brillante cuando pelea a mil revoluciones por minuto: golpea en ráfagas, esquiva y responde como un auténtico demoledor. Sin embargo, cuando cede la iniciativa, todavía parece algo ingenuo y poco propenso a usar esos trucos del oficio que los grandes púgiles emplean para hacer pasar segundos preciosos y romper el ritmo de su oponente.
Sin embargo, la sensación general es claramente positiva. Se trata de una victoria de gran prestigio contra un rival sólido, aguerrido y peligroso. Un triunfo que da esperanzas para el futuro de nuestro Lone Wolf, quien esta noche ha confirmado ser uno de los mejores boxeadores italianos de su generación.