Muchos boxeadores a lo largo de la historia han elegido «Sugar» como apodo. Los más famosos y decorados han sido sin duda Ray Robinson y Ray Leonard, pero en la era moderna, otro gran campeón supo devolverle protagonismo a este simpático apelativo, siendo protagonista de una carrera brillante, larga y llena de éxitos: el talentoso Shane Mosley. Surgido en la categoría de los pesos ligeros, el boxeador californiano fue ascendiendo de peso, enfrentando a una impresionante cantidad de rivales de primer nivel y conquistando títulos mundiales hasta la división de los superwelter. En su 53 cumpleaños, repasamos los momentos clave de su carrera deportiva.
Arrasando a los mexicanos hasta el título mundial
California, como se sabe, limita con México, y es inevitable para un boxeador emergente de ese estado tener que enfrentarse, en los primeros momentos de su carrera profesional, a un gran número de aguerridos luchadores mexicanos. Mosley creció acostumbrado a estar bajo presión, perfeccionando un estilo de contragolpeador que le permitía esquivar el ataque del rival con movimientos magistrales, para luego fulminarlo con golpes explosivos y letales. Cuando alcanzó su primera oportunidad mundialista, con un porcentaje de KO realmente considerable (22 victorias por nocaut en 23 peleas), se enfrentó a un campeón mundial hecho a su medida: el tenaz sudafricano Phillip Holiday. El poseedor del cinturón IBF era un formidable encajador, pero su estilo de boxeo basado en el ataque constante y un alto volumen de golpes fue completamente desactivado por el joven retador, que, salvo un pequeño bajón en la fase central de la pelea, dominó el combate más de lo que indicaron las tarjetas de los jueces.
Un reinado brillante y la lección a De La Hoya
Como campeón mundial de peso ligero, Sugar Shane fue simplemente imparable. Las ocho defensas del título que realizó en un año y medio fueron todas resueltas antes del límite, sin que ninguno de sus retadores lograra ser competitivo: Mosley ganaba casi todos los asaltos y terminaba las peleas con estilo. Fueron especialmente impresionantes sus dominaciones sobre los experimentados John John Molina y Jesse James Leija, boxeadores que durante años se habían mantenido en los niveles más altos y que Sugar Mosley dejó completamente impotentes. Impulsado a subir de peso por las jugosas bolsas que se le presentaban en el peso wélter, Mosley dio entonces un salto de dos divisiones y pronto obtuvo la oportunidad de enfrentarse al popularísimo Oscar De La Hoya. Este último era el favorito, y durante aproximadamente la mitad de la pelea pareció poder imponerse, avanzando poco a poco y abriendo camino con su famoso jab izquierdo. Sin embargo, a partir del séptimo asalto, Mosley mostró lo mejor de su repertorio: cambios de guardia, aceleraciones, alternancia de golpes a la cabeza y al cuerpo, una variedad de soluciones que dejaron a De La Hoya confundido e indefenso, llevándolo a una derrota justa.
Las primeras derrotas y la polémica revancha con De La Hoya
Justo en el mejor momento, cuando todos ya lo consideraban uno de los mejores boxeadores del panorama mundial, Mosley se encontró con su némesis: el fuerte e invicto Vernon Forrest. La primera pelea entre ambos fue casi una masacre: Forrest derribó a Sugar en el primer asalto y lo abrumó con una cantidad tal de golpes violentos que dejó a Mosley aturdido y desorientado durante gran parte de los asaltos siguientes. Mosley fue mucho más competitivo en la revancha inmediata, pero el estilo de Forrest —hábil en controlar la distancia con sus largos brazos y con golpes rectos y precisos—, unido a su físico de verdadero peso wélter, resultó ser demasiado para el excampeón, quien nuevamente fue derrotado por decisión. Para superar la decepción y ganarse otra jugosa bolsa, Mosley subió nuevamente de peso para enfrentar a su viejo rival, De La Hoya, por los títulos WBA y WBC de los superwelter. Esta vez, la dinámica de la pelea fue muy diferente: Oscar luchó sabiamente como un «outfighter», dejando la iniciativa a su oponente y castigándolo desde la distancia. Aunque Mosley recuperó algunos puntos en los últimos asaltos, la mayoría de los observadores lo vieron como perdedor, pero no los jueces, quienes increíblemente le otorgaron la victoria por decisión unánime.
De Wright a Vargas: caída y resurrección
De todos modos, la categoría de las 154 libras no era una en la que Mosley pudiera dominar, y esto se hizo evidente muy pronto, cuando se enfrentó al peligroso Ronald «Winky» Wright. Con su excelente jab, su defensa casi impenetrable y su estilo de boxeo atípico, hecho aún más difícil de descifrar por su guardia zurda, Wright infligió a Sugar una durísima y contundente derrota, dando además la impresión visual de ser mucho más grande y fuerte. Una vez más, Mosley mejoró en la revancha, pero, como sucedió contra Forrest, sus mejoras no fueron suficientes para cambiar el resultado, solo para reducir la diferencia en las tarjetas. En cambio, el doble enfrentamiento de Mosley con el valiente Fernando Vargas fue mucho más favorable. Tras un primer combate emocionante y equilibrado, que terminó debido a una grotesca hinchazón cerca del ojo de Vargas, Mosley dominó todos los momentos de la segunda pelea, consiguiendo un espectacular nocaut y, básicamente, poniendo fin a la carrera de su oponente.
La épica victoria sobre Margarito y el último gran momento
A pesar de la doble victoria sobre Vargas, los días de gloria de Mosley parecían haber llegado a su fin. Aunque seguía siendo peligroso —al punto de poner en serios apuros a la estrella del momento, Miguel Cotto—, Sugar ya no parecía tener el brillo y el ingenio de antaño, una opinión reforzada por las dificultades que le causó un golpeador tosco y desordenado como Ricardo Mayorga, antes de que Mosley lo noqueara a un segundo de la campana final. No es sorprendente, por tanto, que el mundo del boxeo diera a Mosley por vencido cuando se anunció su enésimo intento de título mundial contra el demoledor mexicano Antonio Margarito. En un combate que pasó a la historia por el escándalo de los vendajes adulterados, que le fueron retirados al campeón antes de la pelea, Mosley firmó su última obra maestra, manejando con facilidad los ataques arrolladores pero previsibles de Margarito y bombardeándolo con tal cantidad de derechas que lo noqueó después de nueve asaltos de puro dominio. Antes de entrar en declive, Sugar tuvo tiempo de regalar a sus fanáticos un último gran momento: enfrentando a su majestad Floyd Mayweather Jr., logró estremecerlo fuertemente en el segundo asalto con dos terribles derechazos en la sien, quedando a un paso de una hazaña legendaria que, sin embargo, no se concretó.
Si hubiera permanecido más tiempo en la categoría de peso ligero, probablemente Sugar Shane Mosley habría escrito páginas inolvidables en la historia de esa división, afirmándose como uno de los más grandes representantes de las 135 libras de todos los tiempos. Sin embargo, el hambre de gloria y las lucrativas bolsas lo llevaron más allá de su zona de confort, quizás perjudicándolo en términos de valoración histórica. No obstante, no podemos sino estarle agradecidos por la increíble cantidad de desafíos de alto nivel que nos ha brindado a lo largo de su carrera.