Cuando un boxeador tiene el don natural del golpe de KO, nunca se le puede dar por vencido, ni siquiera en el último asalto de un combate dominado por su rival. Le basta una fracción de segundo para darle la vuelta a la situación por completo y ser llevado en triunfo con los brazos en alto. Pocos luchadores han encarnado esta cualidad mejor que el originario de las Islas Vírgenes, Julian Jackson, apodado «El Halcón» por su capacidad de lanzarse sobre su presa en un abrir y cerrar de ojos. Hoy, este extraordinario exponente del boxeo, considerado por muchos como el boxeador más letal de todos los tiempos, cumple 64 años; ¡así que aprovechemos la ocasión para repasar las hazañas emocionantes de su carrera!
Un comienzo fulgurante frustrado por McCallum
Algunos abordan la competencia con cautela y de manera gradual, mientras que otros desean acelerar los tiempos, aun a riesgo de quemarse. Jackson es el ejemplo clásico del atleta que lo quería todo de inmediato: pasó al profesionalismo después de solo 17 combates como amateur y, tras haber superado a 29 oponentes de poco renombre, lanzó su reto al campeón mundial del peso superwélter de la WBA, Mike McCallum. El Halcón no había sido sometido a ninguna prueba realmente difícil antes de la gran cita, y su inexperiencia fue fatal en el ring. Después de un primer asalto agresivo en el que incluso logró sacudir al talentoso campeón con un gancho a la sien, Jackson se volvió más cauteloso debido a los precisos uppercuts de McCallum. Fue derribado con un fulminante izquierdazo en el segundo asalto. Aunque se levantó con valentía, la ráfaga de golpes en las cuerdas obligó al árbitro Eddie Eckert a detener la pelea. La cita con la gloria fue pospuesta.
Un bienio mágico como campeón mundial
Lejos de desanimarse por la derrota, Jackson aprendió valiosas lecciones. Cuando al año siguiente tuvo otra oportunidad por el título, esta vez contra el coreano In Chul Baek, un auténtico maestro del KO, no la dejó escapar. El Halcón adoptó una estrategia más cautelosa, cediendo el centro del ring al asiático y castigándolo desde la distancia cada vez que se acercaba. De esta forma, logró una victoria arrolladora en tres asaltos. El reinado mundial de Jackson en los superwélter coincidió con su mejor momento: en los dos años que siguieron a la conquista del título, el campeón noqueó a oponentes uno tras otro, mostrando en el ring una confianza e instinto asesino extraordinarios. Para coronar este bienio mágico, llegó también su victoria más prestigiosa, sobre el futuro miembro del Salón de la Fama Terry Norris, a quien noqueó en solo dos asaltos.
De la cirugía al milagro contra Graham: ¡el triunfo en los medianos!
Fue justo en su mejor momento cuando la carrera de Jackson sufrió una interrupción brusca, que casi la comprometió por completo: el boxeador se vio obligado a someterse a una operación por un desprendimiento de retina y tuvo que pasar diez meses lejos del ring. Al regresar, las 154 libras comenzaron a quedarle pequeñas, por lo que decidió apuntar al prestigioso título mundial de peso medio del WBC, que había sido dejado vacante por Roberto Durán. El combate con el inglés Herol Graham debía realizarse en la patria de este último, pero la federación británica, considerando apresurado el regreso de Jackson tras la operación, negó la autorización, por lo que la batalla se llevó a cabo en Andalucía. Así, el público español pudo presenciar un verdadero milagro deportivo: un Jackson literalmente llevado a la escuela durante tres asaltos y medio, sacudido varias veces y con el ojo izquierdo casi cerrado, logró aprovecharse de la única distracción de su rival para dejarlo en la lona sin sentido con un derechazo de manual.
La doble derrota ante el temible McClellan
A pesar de haber logrado dar la vuelta a una situación desesperada con un destello de campeón, Jackson dio la clara impresión de haber perdido algo en comparación con sus días de gloria en los superwélter. Esta sensación también surgió durante sus defensas mundiales posteriores, y aunque el Halcón seguía ganando, los adversarios de nivel mundial, que antes lo evitaban como a la peste, comenzaron a desafiarlo. Fue el brutal golpeador estadounidense Gerald McClellan quien le arrebató el título después de un combate maravilloso, noqueando a Jackson en cinco asaltos tras un intercambio impresionante de golpes potencialmente fatales. La resistencia a los golpes del atleta de las Islas Vírgenes, que nunca fue portentosa, disminuyó aún más tras la dura derrota, y cuando los dos boxeadores se reencontraron un año después, Jackson fue arrollado en solo dos minutos.
Un último destello, amargo para Italia
El último resplandor del gran campeón trajo un gran disgusto a los aficionados italianos. Tras el ascenso de McClellan a la categoría de los supermedianos, el título mundial de peso medio del WBC quedó vacante y se puso en juego entre Jackson y nuestro Agostino Cardamone. El valiente boxeador de Avellino protagonizó un primer asalto magistral, castigando repetidamente al famoso rival y llegando a sacudirlo fuertemente después de haberlo acorralado en una esquina. Sin embargo, como dice el proverbio, el lobo pierde el pelo pero no el vicio: Jackson tenía preparado un último golpe de escena antes de abandonar los altos planos del boxeo internacional y, a pesar de su habitual ojo semicerrado, encontró el hueco para asestar un uppercut derecho de antología durante el segundo asalto, dejando sin opciones a nuestro compatriota. La posterior y dura derrota contra el poco renombrado Quincy Taylor, que también le provocó una grave lesión en el hombro, certificó el declive inexorable del Halcón y lo llevó, después de tres años más sin logros destacables, al retiro definitivo.
Lo que, sin embargo, nunca se desvanecerá es el recuerdo de sus KO memorables, vistos y revistos por aficionados al boxeo de todo el mundo, inconfundibles por su espectacularidad y perfección estilística.