Rudo, desgarbado, a veces incluso un poco torpe en sus movimientos, pero extraordinariamente eficaz: el “Ciclón” Gene Fullmer no fue un ejemplo de elegancia pugilística o de estilo impecable, pero en el ring hizo que todos sus oponentes tuvieran pesadillas, incluidos monstruos sagrados del calibre de Sugar Ray Robinson. Dotado de una mandíbula casi indestructible, coraje leonino y un amplio repertorio de “trucos del oficio”, el mormón de Utah dominó la categoría de peso mediano, tomando el mando a finales de los años 50 y regalando al público combates de alta adrenalina. A 93 años exactos de su nacimiento, fechado el 21 de julio de 1931, repasamos los momentos clave de la carrera de este campeón de otros tiempos.
Pocos pasos en falso y muchas victorias: el camino hacia el título
Convertido en profesional bajo la tutela de su mentor y manager Marv Jenson, célebre por haber alentado a muchos jóvenes de la ciudad de West Jordan a dedicarse al boxeo, Fullmer pronto se destacó con una racha de victorias, venciendo, entre otros, al futuro campeón mundial Paul Pender. El primer revés llegó de la mano del vigoroso pegador Gil Turner, quien lo sorprendió y lo intimidó con sus ataques arrolladores a dos manos, pero “Cyclone” demostró apenas dos meses después haber aprendido la lección, vengándose en un combate a tumba abierta en el que respondió fuego con fuego. La fase más difícil del camino hacia la cima llegó para Fullmer en la segunda mitad de 1955, cuando dos derrotas consecutivas amenazaron con alejarlo de las posiciones de liderazgo: primero el estadounidense Bobby Boyd, que subió al ring con 3 kilos de ventaja, y luego el poderosísimo peleador argentino Eduardo Lausse, domaron al “Ciclón” a los puntos, sin apagar sin embargo su deseo de emerger. Cinco victorias consecutivas, incluida la sorprendente sobre el temible francés Charles Humez, condujeron finalmente al joven Fullmer a su primera oportunidad por el título con un récord de 37-3-0.
Comienza la saga contra su majestad Sugar Ray
Esperándolo estaba una leyenda viva del boxeo, ese “Sugar” Ray Robinson que aún hoy es considerado el mejor boxeador que haya subido a un ring y que en ese entonces ostentaba un récord estratosférico de 140 victorias, 4 derrotas y 2 empates. En esa histórica noche en el Madison Square Garden de Nueva York, sin embargo, el campeón se mostró inusualmente apagado y abúlico frente a un Fullmer decidido y extremadamente concentrado. Robinson lanzó muy pocos golpes en comparación con sus estándares, tal vez porque estaba desorientado por el inusual estilo del retador o tal vez simplemente porque, a casi 36 años, una mala noche puede ocurrir; el hecho es que el “Ciclón” le infligió una cuenta en el séptimo asalto, lo agotó en el cuerpo a cuerpo y al final de un combate pobre en emociones obtuvo un merecido veredicto unánime. El reinado de Fullmer, sin embargo, duró apenas cuatro meses: en la revancha organizada en el Chicago Stadium, después de cuatro asaltos bastante equilibrados, Robinson sacó de la chistera un gancho izquierdo inesperado y aterrador que no dio ninguna oportunidad al atleta de Utah. Muchos aún hoy consideran que, por la dificultad de ejecución, la perfección del gesto técnico y la probada solidez del boxeador derrotado, ese ha sido el KO más bello de todos los tiempos.
La revancha de Fullmer: el dominio sobre Basilio y el combate “rudo” contra Giardello
Para volver a encarrilarse y obtener una nueva oportunidad mundial, Fullmer tuvo que arremangarse. Entre los adversarios vencidos en su camino de regreso, Spider Webb y Wilf Greaves representaron los dos obstáculos más arduos de superar, tanto que el segundo incluso logró fracturar la mandíbula de Fullmer, obligándolo luego a un parón de seis meses. El Ciclón, sin embargo, mantuvo el viento a favor y en agosto del ’59 llegó a disputar el título vacante de la NBA (la actual WBA) contra el fortísimo Carmen Basilio. Este último venía de una increíble racha de cinco Fight Of The Year consecutivos que, aunque lo consagraron entre los guerreros más indomables de todos los tiempos, minaron irreparablemente su físico. Fullmer le infligió una dura lección, deteniéndolo en el decimocuarto asalto y repitiéndose con un resultado similar, esta vez en doce asaltos, el verano siguiente. Entre los dos combates contra Basilio, merece mención la defensa disputada en Bozeman contra el difícil Joey Giardello, que se reveló como uno de los combates más sucios de todos los tiempos. Los dos boxeadores intercambiaron toda clase de golpes sucios, volviendo loco al árbitro Harry Kessler y obteniendo finalmente un controvertido empate.
Los últimos capítulos de la saga contra Robinson
A pesar de estar ya a punto de cumplir 40 años, Sugar Ray Robinson no había abandonado aún la ambición de reconquistar el título mundial por sexta vez, por lo que los dos eternos rivales se encontraron nuevamente en diciembre de 1960 en la Sports Arena de Los Ángeles. Fue la última actuación “de cinco estrellas” de la carrera de Sugar Ray: a pesar de la desventaja de edad, el fuera de serie estadounidense bailó como en los viejos tiempos, alternando su magnífico jab con espectaculares golpes de contragolpe, dominando la primera mitad del combate y manejando con astucia la furibunda reacción de Fullmer en la segunda mitad. No fue suficiente para convencer a los jueces, que decretaron un empate generoso para el poseedor del título, abriendo las puertas a un cuarto y último capítulo de la saga, que se llevó a cabo tres meses después. Esta vez la historia fue diferente: después de dos asaltos que siguieron fielmente la dinámica del tercer combate, Fullmer logró aturdir a Robinson con un terrible derechazo en la mandíbula y lo bombardeó con golpes durísimos después de haberlo acorralado en las cuerdas. Fue el inicio de un sufrimiento prolongado para el cuarentón de Harlem, cuyo cuerpo, desgastado por demasiadas batallas, dejó de obedecerle. Al término de los quince asaltos previstos, el Ciclón fue proclamado ganador sin controversias.
Los últimos logros y la trilogía final contra Dick Tiger
A pesar de tener diez años menos que su eterno rival, el propio Fullmer se encaminaba hacia la parte final de su carrera deportiva; los combates contra Benny “Kid” Paret y Florentino Fernández en 1961 fueron, de hecho, sus últimos éxitos logrados entre las dieciséis cuerdas. Paret fue noqueado en el décimo asalto de un combate cruento, peleado casi enteramente a corta distancia, que desfiguró los rostros de ambos boxeadores. Aún más dura fue la batalla contra el cubano de puños de acero Fernández: llegando con ventaja a los llamados “championship rounds”, Fullmer sufrió una fractura cerca del codo y tuvo que apretar los dientes y defenderse con un solo brazo de los ataques finales y vehementes del retador, escapando por poco de la derrota. La caída, sin embargo, fue solo postergada: el joven nigeriano Dick Tiger, sólido como una roca y provisto de una velocidad de brazos portentosa, destronó a Fullmer en San Francisco con un claro veredicto unánime. Fue el inicio de la última trilogía del boxeador de Utah, que tres meses después en Las Vegas estuvo a punto de reconquistar el mundial, pero disminuyó en los últimos minutos y no pudo ir más allá del empate. El tercer y último enfrentamiento se resolvió en un triste retiro en el séptimo asalto: la carrera del Ciclón había llegado a su fin.
Tan descarado y “malo” en el ring como pacífico y querido en la vida cotidiana, Gene Fullmer vivió hasta los 83 años antes de fallecer en Taylorsville, rodeado del cariño de sus seres queridos. En 1991, el Salón Internacional de la Fama del Boxeo lo reconoció entre los más grandes boxeadores de todos los tiempos.