Muhammad Ali vs Oscar Bonavena: cuando “Ringo” puso a prueba a “The Greatest”

Han pasado 54 años desde que el valiente peso pesado argentino Oscar “Ringo” Bonavena intentó hacer historia enfrentándose al legendario Muhammad Ali, “El más grande” de todos los tiempos, como solía definirse a sí mismo. A pesar de la evidente diferencia de talento, el tenaz boxeador de Buenos Aires logró plantear un combate complicado y exigente para su célebre rival, sucumbiendo solo en el último de los quince asaltos programados. Aquella noche del 7 de diciembre de 1970, en el Madison Square Garden de Nueva York, ambos púgiles se disputaron, además del título NABF, la oportunidad de enfrentarse al campeón mundial Joe Frazier.

“Ringo” Bonavena: no te fíes de las apariencias

Desgarbado, robusto, con un estilo técnico peculiar y, sin embargo, extremadamente difícil de domar: así era Oscar Bonavena. Retaba las reglas del boxeo y nunca se rendía, ni siquiera ante los mejores. No en vano, en 68 combates a lo largo de 12 años de carrera, enfrentó a boxeadores de la talla de Zora Folley, Joe Frazier, Floyd Patterson y Ron Lyle, y solo sufrió una derrota antes del límite, precisamente en el combate que relatamos aquí. Aunque Ali era el claro favorito con una proporción de 6 a 1, la extraordinaria tenacidad del argentino era bien conocida, especialmente por sus dos enfrentamientos con Frazier, en los que hizo sudar al campeón más de la cuenta.

En su primer encuentro, Smokin’ Joe buscó como de costumbre el intercambio directo, terminando en la lona dos veces durante el segundo asalto antes de conseguir una controvertida decisión dividida. La experiencia fue tan traumática que, en la revancha, Frazier boxeó con una cautela inusual, consciente de que entrar en el terreno de “Ringo” podía ser fatal.

El regreso de Ali tras la “excomunión”

Renegado por el mismo deporte que estaba ayudando a engrandecer, Ali estuvo lejos del ring durante más de tres años y medio, perdiendo su cinturón mundial y su forma física, pero nunca cedió ante la exigencia de alistarse para la guerra de Vietnam. La larga batalla legal para recuperar su licencia fue ganada en varias etapas, primero obteniendo el derecho a pelear en el estado de Georgia, donde derrotó a Jerry Quarry en solo tres asaltos debido a una herida, y luego en Nueva York, donde lo esperaba el feroz Ringo.

A The Greatest le urgía un rival que lo forzara a un combate largo y exigente para prepararse para la gran batalla contra el ya mencionado Joe Frazier. Bonavena, quien nunca había sido noqueado, parecía la elección perfecta. Durante los exámenes médicos previos, los dos pugilistas no dejaron de provocarse mutuamente: Ringo llamó repetidamente al rival por su odiado apellido original, “Clay,” y lo tildó de cobarde por rechazar el servicio militar. Por su parte, Ali se lució con su habitual predicción en rima, profetizando un KO en el noveno asalto: “He’ll be mine in nine!”

Entre óxido y sustos, una victoria difícil

Que Ali tenía mucho óxido que quitar tras su largo parón forzado quedó claro desde los primeros momentos del combate. La estrella de Louisville lucía pesado y estático, sin bailar sobre la punta de los pies como en sus mejores tiempos, permitiendo que su rival, más bajo y con menor alcance, acortara la distancia y se hiciera peligroso con ataques poco ortodoxos y difíciles de leer.

Pasaron cuatro asaltos antes de que “El más grande” recordara quién era, logrando emerger de una situación equilibrada y comenzando a tomar ventaja en las tarjetas. Sin embargo, incluso en sus mejores momentos, Ali no brillaba como de costumbre, teniendo dificultades para descifrar al impredecible golpeador sudamericano.

Llegó así el noveno asalto, el de la profecía, pero el intento generoso de Ali por cumplirla lo llevó al borde del abismo. Tras elevar repentinamente el ritmo y poner a Bonavena en serios aprietos, Ali se vio sorprendido por un peligrosísimo gancho de izquierda que lo dejó tambaleándose momentáneamente.

Salvado de la predicción divina de su carismático rival y llegando indemne al décimo asalto, Ringo intentó valientemente aferrarse a la esperanza de lograr el milagro. Sin embargo, el espectacular noveno asalto había drenado gran parte de la energía de ambos boxeadores, dejando los minutos siguientes marcados por confusión y poca efectividad. Así, los asaltos intermedios llevaron a ambos guerreros a los últimos tres minutos decisivos. Mientras tanto, los jueces mostraban a Muhammad Ali en ventaja con diferencias de diez, siete y tres puntos. Solo la última tarjeta reflejaba fielmente lo sucedido en el ring, pero el potencial enfrentamiento entre Ali y Frazier no podía ponerse en riesgo, y era evidente que dos tercios del jurado habían sido “orientados” en ese sentido.

Lo que ocurrió durante el último inolvidable asalto hizo irrelevante cualquier discusión sobre las puntuaciones. Bonavena intentó desesperadamente revertir el destino del combate con una ofensiva valiente pero temeraria que lo dejó expuesto a un movimiento técnico sublime del más grande peso pesado de la historia: una esquiva milimétrica seguida de un gancho de izquierda letal que cerró el enfrentamiento. Los dos derribos posteriores fueron una simple formalidad: Ringo estaba completamente noqueado.

El momento más emotivo llegó después de la proclamación oficial del resultado, cuando ambos púgiles se abrazaron y se felicitaron mutuamente. Las provocaciones y los insultos habían quedado atrás y, según admitieron los propios protagonistas, solo habían servido para aumentar las expectativas del evento. Ali reconoció que Bonavena era el rival más duro contra el que había peleado, mientras que Ringo, con un inglés rudimentario pero comprensible, admitió que Ali no era un cobarde sino un verdadero campeón. Además, Bonavena predijo que el fenómeno de Louisville vencería a Frazier, un pronóstico que resultaría erróneo apenas tres meses después. Pero esa es otra historia…

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