La prestigiosa unificación de los títulos mundiales de peso supermosca de la IBF y la WBA vio triunfar al argentino Fernando Daniel «Pumita» Martínez (17-0-0, 9 KOs), quien en el Kokugikan de Tokio derrotó al valiente ídolo local Kazuto Ioka (31-3-1, 16 KOs) gracias a una actuación superlativa. El combate fue intenso y emocionante, y terminó con las siguientes puntuaciones unánimes a favor del ganador: 117-111, 120-108, 116-112.
A pesar del apoyo adverso de la multitud y del estatus de desfavorecido otorgado por los corredores de apuestas, Martínez mostró una personalidad extraordinaria desde el inicio, imponiendo un ritmo literalmente endiablado al combate durante los primeros asaltos. El argentino se abalanzó sobre su rival bombardeándolo con golpes desde todos los ángulos y durante tres asaltos no le dio ni un momento para respirar, asfixiándolo con su presión y su altísima tasa de trabajo.
Después de dominar también el cuarto asalto, sorprendentemente en el inusual papel de boxeador a la defensiva, Martínez finalmente se vio obligado a bajar el ritmo debido al considerable gasto de energía. A partir de la mitad del quinto asalto, Kazuto Ioka logró entrar en la pelea y, siendo claramente inferior al rival en términos de reactividad, lo hizo confiando en su excelente técnica, usando constantemente el jab izquierdo y recurriendo ampliamente a los uppercuts al cuerpo, lanzados con un estilo impecable.
La fase central del combate estuvo marcada por un mayor equilibrio, pero el impacto netamente mayor de los golpes de Martínez en comparación con los de Ioka permitió al peleador argentino aumentar aún más su ventaja. Mientras los golpes del púgil nipón acertaban sin producir ninguna consecuencia tangible, los de su adversario movían literalmente la cabeza de Ioka de un lado a otro, impresionando sin duda a los miembros del jurado.
Solo en el décimo asalto, mientras Martínez tomaba aire, el ídolo local pareció realmente dueño del ring, dando gran eficacia a sus acciones y alternando combinaciones al cuerpo y a la cabeza del adversario. Ioka intentó con determinación continuar su momento favorable en los asaltos finales, pero el último asalto vio un regreso de Martínez que, aunque cansado, sacó fuerzas de sus últimas energías para cerrar el combate en crescendo y poner el punto final a su magnífica actuación.
Era inevitable que los jueces se expresaran unánimemente a favor del Puma de Buenos Aires. La puntuación de 120-108 del señor Edward Hernández Sr. fue demasiado penalizadora para Ioka, pero poco cambia desde el punto de vista de la sustancia: la superioridad de Martínez fue clara y nítida, y ahora el argentino puede estar orgulloso de los dos cinturones que lleva en la cintura. Es imposible no felicitar también a Kazuto Ioka, quien en quince años de carrera nunca ha rechazado un desafío difícil, siempre ha dado el alma en el ring y, incluso hoy, después de tantas batallas, es capaz de ofrecer al público espectáculo y emociones.