Lo que acabamos de ver hace unos minutos sobre el ring de Riad ha sido un Muhamet Qamili prodigioso, sensacional, superior a cualquier expectativa previa. Nuestro boxeador barrió al invicto francés Yoni Valverde Jr en menos de un asalto, firmando un rápido nocaut técnico y asegurándose así el acceso a la final del Boxing Grand Prix en la categoría del peso pluma.
A primera vista, parecían muchas las similitudes entre los dos púgiles. Tanto Qamili como Valverde llegaban invictos, ambos habían superado los cuartos de final remontando un inicio desfavorable ante rivales más altos, y ambos habían mostrado en el torneo una notable versatilidad táctica, desenvolviéndose bien tanto en el papel de atacantes como en el de contragolpeadores.
Durante la retransmisión en directo por DAZN, los comentaristas oficiales del evento subrayaron estas similitudes, señalando con tono divertido que incluso los pantalones y los peinados de los dos boxeadores resultaban muy parecidos. Sin embargo, menos de tres minutos después del primer tañido de campana, las diferencias entre Qamili y Valverde se hicieron mucho más evidentes para el público que sus aparentes afinidades.
Nuestro Eti comenzó el combate con lucidez y determinación, conectando varios golpes de gran calidad, entre ellos un precioso uppercut al rostro. Valverde, sin embargo, no se quedó mirando: el francés aceptó el intercambio corto e intentó imprimir la máxima potencia a sus golpes para frenar cuanto antes la buena iniciativa de su rival.
Durante unos dos minutos, los dos boxeadores pelearon de igual a igual, alternando los momentos favorables, pero la insistencia de Valverde en mantenerse frente a Qamili ofreciéndole un blanco fijo permitió al ítalo-albanés ajustar la distancia y soltar su demoledor gancho de izquierda.
El golpe impactó en la mandíbula del francés por primera vez, haciéndolo tambalear por una fracción de segundo. Luego, al ver que su rival seguía inmóvil sin protegerse, Qamili repitió la ejecución, y esta vez Valverde cayó a la lona visiblemente aturdido.
El boxeador galo logró ponerse de pie con dificultad y fue considerado apto para continuar, pero en cuanto Qamili se le echó encima con una prolongada combinación al rostro, el árbitro decidió intervenir entre ambos y decretar el nocaut técnico.
Estalló entonces la celebración en la esquina italiana, con el vencedor abrazado inmediatamente por su entrenador de toda la vida, el maestro Alessandro Elmoety, a quien hay que reconocer gran parte del mérito en esta extraordinaria escalada deportiva hacia el éxito. Una escalada cuyo horizonte aún no se alcanza a divisar con claridad.
En la entrevista de rigor, realizada en español, Qamili quiso recordar con orgullo sus orígenes albaneses. De Albania, su tierra natal, a Italia, su patria adoptiva, y de allí a México, el país donde está perfeccionando su boxeo, rumbo a la conquista del mundo. Una trayectoria en constante evolución que ha llevado ahora a “The Machine”, un apodo más que apropiado, a la gran final de este fascinante y exigente torneo.
En el capítulo final de esta aventura le espera el joven de 21 años y manos pesadas Brandon Mejia Mosqueda, también protagonista de un triunfo por nocaut en semifinales. El boxeador mexicano dejó fuera de combate al sudafricano Bekizizwe Maitse en el quinto asalto con un terrible golpe al hígado.
Los aficionados italianos pueden, por fin, soñar y emocionarse con un joven prospecto talentoso y con todas las condiciones para construirse un futuro brillante.
Un lector fiel de Boxe Punch, siguiendo la trayectoria de Qamili en el torneo, comentó una vez al autor de este artículo que el chico le recuerda al joven Loris Stecca. Una comparación exigente, sin duda, pero que no me atrevería a rechazar del todo, porque algunas similitudes las veo yo también. Solo nos queda desear, tocando madera por si acaso, que dentro de unos años los una también la conquista de un logro histórico.