En el ring, al igual que en la vida, se pierde con frecuencia, pero hay que saber hacerlo. La increíble historia del boxeador británico Peter Buckley nos demuestra que se necesita agallas incluso para perder.
Una carrera exigente y lucrativa construida sobre sus derrotas: 256 para ser exactos, e incluso 88 seguidas. Frente a tan solo 32 victorias y 12 empates.
Después de perder a su padre, a los quince años se dedicó a la delincuencia. Pero luego el boxeo le dio una razón para vivir y lo salvó de acabar en prisión. El gimnasio se convirtió en su segundo hogar. Empezó a entrenar continuamente y a estar siempre disponible. Llamadas de último minuto, reemplazos para cualquier rival, nunca dijo que no a nadie.
En octubre de 1989 se hizo profesional. Y en cierto punto, se dio cuenta de que perder sería más conveniente. Su físico era limitado, pero su resistencia y capacidad para recibir golpes eran sorprendentes.
El simple albañil se transformó en un journeyman del boxeo. Desde los superpluma hasta los welter. Uno de esos trabajadores cualificados que están del otro lado, el de los perdedores. Esos «sacos de boxeo humanos» indispensables para montar las veladas. Se hizo famoso por aceptar combates con no más de una hora de aviso.
Nada menos que 42 futuros campeones se entrenaron con Peter «El Profesor» antes de convertirse en campeones. Entre ellos: Duke McKenzie, Naseem Hamed, Acelino Freitas, Jason Cook, Paul Ingle, Patrick Mullings, Dean Pithie, Jason Booth, Michael Brodie, Scott Harrison, Michael Gomez, Johnny Bredahl, Gavin Rees, John Murray, Bradley Pryce, Derry Mathews, Lee Meager, Dave Stewart, Gary Woolcombe, Lee Selby y Kell Brook.
Fue una elección consciente, con la única condición de tener siempre un ring que lo recibiera. Derrotado, pero nunca perdedor. Buckley siempre luchó hasta el final, con solo 8 de sus derrotas por KO, lo que demuestra lo duro que era. Mostró seriedad, disciplina, sacrificio y orgullo hasta la última brizna.
Su elección fue de valentía. La que nunca prevé rendirse ante nada. Nadie mejor que él puede enseñar el arte de mantenerse en pie. Y no solo físicamente. ¡Cuántos han probado la amargura de la derrota y han constatado la dificultad de digerirla! Sobre todo, hacerlo rápidamente.
En 2003 fue incluso galardonado con una medalla por su tenacidad. Y se ganó la primera plana del Times cuando decidió bajar del ring para siempre. ¡Solo por haber alcanzado el límite de edad!
El 31 de octubre de 2008 en Birmingham, en el Aston Villa Leisure Centre, Peter cerró su carrera ante una notable multitud de espectadores. Testimonio de su bien merecida fama como héroe de las cuerdas, aunque al revés.
Terminó su batalla, la número 300, con una victoria. Después de cinco años consecutivos de fracasos, con una ovación eufórica y auténtica del público.
Descendió de esos últimos escalones con la cabeza en alto, el rostro marcado por la visible emoción. El Profesor se llevó la victoria decisiva, aquella sobre su vida llena de pasión, construida sobre lo que más amaba hacer.
Cuando querer es poder, atreverse es tener.