El boxeo es un deporte peculiar. Las habilidades técnicas superiores a veces no son suficientes para destacar si no van acompañadas de una capacidad extraordinaria para soportar el sufrimiento. Anoche, el cubano Robeisy Ramírez careció del corazón de un campeón: se retiró inesperadamente al inicio del sexto asalto, dejando perplejos a los espectadores del Footprint Center de Phoenix. Esta situación favoreció al campeón mundial de peso pluma de la WBO, Rafael Espinoza, quien retuvo su cinturón e invicto, asegurándose la victoria en uno de los combates más esperados del evento organizado por Top Rank.
El combate comenzó de manera favorable para el retador, quien, con un rápido movimiento de pies en su guardia zurda, logró conectar jabs y ocasionales golpes directos al cuerpo, adjudicándose sin problemas los dos primeros asaltos. Este comienzo fue especialmente alentador en comparación con el del año pasado, cuando Ramírez pareció tener problemas con la presión de Espinoza desde el primer campanazo.
El campeón, quien inicialmente adoptó un enfoque pausado en el centro del ring, comenzó a aumentar el ritmo en los momentos finales del segundo asalto. Sin embargo, sus primeros ataques frontales no dieron los resultados esperados. Por el contrario, Ramírez brilló en un tercer asalto magistral, esquivando con precisión milimétrica y contraatacando con violentos golpes de izquierda al rostro de Espinoza.
Sin embargo, Rafael Espinoza es de esos boxeadores que destruyen la determinación y confianza de sus rivales con su avance imparable. El mexicano absorbió los mejores golpes de Ramírez sin inmutarse, como si estuviera hecho de goma, y continuó avanzando sin tregua.
A partir del cuarto asalto, algo cambió en la actitud de Ramírez. Su ritmo de trabajo disminuyó notablemente y, durante dos asaltos, se limitó casi exclusivamente a minimizar el daño, esquivando y desviando los golpes del campeón sin poder responder adecuadamente a sus ataques. Aunque Espinoza no infligió un castigo memorable durante esos seis minutos, su iniciativa fue claramente superior a la del retador.
Al final del quinto asalto, Ramírez volvió a su esquina señalando su ojo derecho y diciendo: «No veo». Aunque el ojo mostraba una leve hinchazón, parecía lo suficientemente abierto como para permitirle seguir viendo. Sin embargo, Ramírez no se sintió en condiciones de continuar y, pocos segundos después de iniciado el sexto asalto, levantó la mano y se giró en señal de rendición.
De inmediato, el equipo de Rafael Espinoza estalló en júbilo, ya que el mexicano mejoró su récord a 26 victorias, 22 de ellas por nocaut. Mientras tanto, las cámaras enfocaban a Ramírez, quien justificaba su decisión reiterando lo dicho a su esquina.
Comentar estas situaciones siempre es delicado. Por un lado, creo firmemente que el retiro es un derecho inalienable del boxeador, y cualquiera que sienta que no está en condiciones físicas para continuar debe priorizar su salud antes que arriesgarse para complacer al público.
Por otro lado, es difícil no recordar a los guerreros del ring que han enfrentado lesiones graves durante un combate, agotando todos sus recursos para continuar. Sin mencionar casos extremos como el de Danny Williams, quien una vez siguió peleando con un solo brazo y noqueó a Mark Potter con la izquierda mientras su brazo derecho colgaba inerte, hay ejemplos recientes de boxeadores que han disputado numerosos asaltos con problemas evidentes de visión.
Hace menos de un mes, el mundo del boxeo elogió a Amanda Serrano por seguir luchando con ferocidad contra Katie Taylor a pesar de un terrible y sangriento corte cerca del ojo. Es inevitable, entonces, que Ramírez enfrente críticas y juicios severos por haberse dado la vuelta en un momento crucial.
Personalmente, suspendo el juicio. Algunas lesiones son más graves de lo que parecen, y no podemos descartar que el cubano haya sufrido una fractura orbital, arriesgándose a daños permanentes si seguía recibiendo golpes en el ojo lesionado. Sin duda, Ramírez no demostró en esta ocasión tener el «corazón de un campeón», pero eso no debería llevarnos a burlarnos de él o atacarlo. Una actitud demasiado severa del público hacia quienes eligen legítimamente retirarse podría presionar a los boxeadores y sus esquinas a tomar decisiones imprudentes.
Por su parte, el ganador probablemente no esperaba retener su título con tanta facilidad, especialmente considerando la intensidad y dificultad del primer combate, en el que estuvo al borde de la derrota. Ahora será interesante descubrir cuánto tiempo permanecerá Espinoza en la división de peso pluma. Dada su altura extraordinaria para la categoría, no sería sorprendente que «El Divino» optara pronto por un cambio de peso. Un posible duelo mexicano con el superpluma Emanuel Navarrete, quien también triunfó espectacularmente en el evento de anoche, podría convertirse en una guerra inolvidable.