Benavidez sepulta a Yarde bajo una cascada de golpes y gana por KO técnico

David Benavidez continúa su camino impecable y esta vez la víctima fue el inglés Anthony Yarde, arrollado por la habitual cascada de golpes.

En la velada “The Ring IV” en la ANB Arena de Riad, el duelo entre el estadounidense de raíces mexicanas Benavidez (30-0-0, 24 KO), actual campeón mundial WBC del peso semipesado, y el inglés Yarde (27-3-0, 24 KO), representaba el evento principal de un cartel lleno de combates interesantes.

A decir verdad, pocos dudaban del triunfo de “La Bandera Roja”, y así fue: Benavidez condujo el combate con gran seguridad, desbordando a Yarde con su habitual volumen altísimo de golpes y obligando al árbitro a detener la pelea en el séptimo asalto. Un KO técnico fruto de su presión asfixiante, de su enorme ritmo de trabajo y de una velocidad de manos realmente extraordinaria, algo muy poco visto en categorías de este peso.

Yarde siempre ha sido un rival complicado. Aunque limitado en ciertos aspectos técnicos (un footwork lejos de ser élite y un ritmo poco constante), Anthony ha regalado grandes combates, incluso frente a oponentes de máximo nivel como Artur Beterbiev (con quien protagonizó una batalla espectacular, favorecida por la decisión del ruso de pelear a cara descubierta) y Sergey Kovalev. En esencia, a Yarde siempre le ha faltado apenas un paso para llegar a la cima absoluta. Pero hay que reconocerle su dureza, su capacidad de vender cara la derrota y el valor de enfrentarse sin miedo a los mejores.

Y entre los mejores hoy no puede faltar David Benavidez, un boxeador con un currículum increíble (basta pensar que con solo 15 años ya hacía sparrings intensos con Kelly Pavlik y, sobre todo, con el gran Gennady Golovkin). Lo único que le falta hoy es un nombre verdaderamente mediático, aunque no por culpa suya: es de dominio público el rechazo de Canelo Álvarez a pelear con él, así como su posterior cambio de categoría (de los supermedios a los semipesados) en busca del dúo ruso Beterbiev-Bivol, ocupados ahora—esperamos—en cerrar el capítulo final de su trilogía. Ahora, al parecer, David quiere subir hasta el peso crucero para buscar un título en una tercera categoría.

Un combate con Benavidez como protagonista suele tener un guion bastante predecible: David en modo tanque, avanzando sin dudar en busca del rival, desatando sus larguísimos brazos en combinaciones rapidísimas y violentas. Yarde tiene pegada suficiente para disuadir la agresión imprudente de cualquiera. Pero Benavidez es un boxeador inteligente y completo: posee un footwork mínimo pero funcional, una gran elección de tiempo y micromovimientos defensivos—probablemente adquiridos durante aquellos sparrings con Golovkin—que lo hacen difícil de descifrar.

Tras un primer asalto equilibrado, Benavidez aumentó progresivamente la intensidad. Yarde, al principio, parecía muy centrado, listo para accionar las manos cuando David se acercara demasiado. La potencia física de Anthony no es poca, y Benavidez se movió con cautela en los primeros minutos.

El plan táctico fue evidente desde el inicio: llevar a Yarde contra las cuerdas, obligándolo a entrar en una guerra a corta distancia, especialmente considerando la diferencia de velocidad entre ambos. Cuando David se suelta, sus combinaciones resultan espectaculares, rapidísimas, variadas y tremendamente efectivas. Ya en el tercer asalto Yarde se vio obligado a pagar el precio: el avance de Benavidez lo encerró en las cuerdas y, una vez atrapado, la ráfaga fue demoledora.

Aunque asimiló los golpes razonablemente bien, la acumulación empezó a hacer mella rápidamente. Benavidez comenzó a presionar con mayor contundencia. Su jab es siempre magnífico: veloz, pesado y difícil de leer debido a su longitud y rapidez. En la esquina le recomendaron alternarlo a la cabeza y al cuerpo, y David lo ejecutó a la perfección, trabajando para desgastar al rival.

Yarde conectó buenos golpes, recurriendo al jab abajo y al derechazo de primera intención, sorprendiendo ocasionalmente a Benavidez durante sus arremetidas a dos manos. Pero el estadounidense absorbió los impactos con aparente tranquilidad.

Por dentro, los golpes de David se hicieron sentir. Yarde no posee el footwork necesario para evitarlos, así que tarde o temprano la presión de Benavidez lo empujaba nuevamente contra las cuerdas, donde el inglés quedaba literalmente a merced de las embestidas de La Bandera Roja.

En el sexto asalto, Anthony intentó cambiar el guion tomando la iniciativa. Pero la fortaleza física y la defensa de Benavidez lo frenaron pronto, y Yarde volvió a retroceder.

Una vez atrapado en las cuerdas, el inglés recibió otra tormenta de golpes. Un overhand de derecha de Benavidez impactó de lleno en el rostro de Yarde, que comenzó a sangrar abundantemente por la nariz. Benavidez aprovechó para descargar una lluvia de golpes sobre un rival claramente en apuros, indefenso ante el torbellino del estadounidense. Un durísimo derechazo al final del asalto, seguido de otra descarga, evidenció la situación crítica de Yarde, salvado solo por la campana.

Pero el final solo se retrasó unos segundos.

Al inicio del séptimo, Benavidez volvió a arrinconar a Yarde y lo cubrió de golpes hasta hacerlo caer a la lona. El árbitro decidió descontar dos puntos al estadounidense por golpear repetidamente a Yarde cuando este ya tenía una rodilla en el suelo.

Benavidez ni siquiera parpadeó: en cuestión de segundos volvió a lanzarse al ataque con la intención de finalizar la pelea. Yarde no tuvo escapatoria: atrapado en las cuerdas y ya sin respuesta, sufrió otra ráfaga de golpes y, tras un pesadísimo gancho de izquierda que lo hizo tambalearse, el árbitro intervino, decretando la victoria por KO técnico para el púgil de 28 años de Phoenix.

Benavidez retiene así el título mundial WBC del peso semipesado. Ahora habrá que ver cómo evoluciona su carrera. Un nuevo ascenso de categoría probablemente enriquecería su palmarés con otro cinturón, pero privaría a los aficionados de verlo enfrentarse a los dos gigantes de la división, Beterbiev y Bivol, en combates de enorme valor técnico y táctico. Duro revés para Anthony Yarde, que deberá encontrar fuerzas y motivación para recomponerse tras haber perdido otra oportunidad de convertirse en campeón mundial.

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