El drama de Carla, hija del gran Fortunato Manca

Fortunato Manca fue un boxeador sardo de altísimo nivel. Generoso, tenaz, agresivo y sólido como una roca. En su carrera disputó 83 combates profesionales, con un total de 70 victorias, 8 derrotas, 4 empates y un “no contest” provocado por la lluvia. A pesar de su estilo garibaldino, nunca fue noqueado, sufriendo una única caída en diez años de batallas a manos del inmenso Duilio Loi.

Campeón de Italia y campeón de Europa, el “Toro de Monserrato” estuvo también cerca de conquistar el título mundial en un combate de infarto contra el célebre Sandro Mazzinghi, quien lo superó por puntos después de haber corrido serio riesgo de sucumbir en el decimoquinto y último asalto.

Sin embargo, los golpes más duros asestados al añorado Fortunato, o mejor dicho a su memoria, llegaron después de su fallecimiento. La encargada de reconstruir minuciosamente la triste historia a la que nos referimos fue Carla, hija del gran campeón, quien expresó todo su dolor en las redes sociales por un hecho profundamente injusto que nos deja indignados. A continuación, su carta, que reproducimos íntegramente.

ME HAN ROBADO A MI PADRE,
ME HAN ROBADO A MI MADRE
Y NADIE ME ESCUCHA

– El relato de Carla –

FORTUNATO MANCA
Campeón de Europa de boxeo
Caballero de la República Italiana
Ganador del Óscar del Boxeador

Me llamo Carla. Soy la hija de Fortunato Manca, un hombre justo, deportista de fama internacional y símbolo de dignidad. He visto desaparecer todo lo que lo representaba: todos sus títulos deportivos, reconocimientos, fotos y recuerdos familiares que estaban en custodia de mi madre Anna.

Ayúdenme a dar a conocer esta historia.

Años después de la muerte de mi padre, mi madre enfermó y empeoró repentinamente en el transcurso de unos meses.

La cuidadora, de nacionalidad moldava y entonces considerada persona de confianza, aprovechó esos meses en los que yo estaba absorbida por graves problemas personales para alejar a mi madre de nosotras, sus hijas, contándole mentiras e impidiéndole ponerse en contacto con nosotras, estando ella postrada en cama y, últimamente, sin valerse por sí misma.

La última vez que hablé con mi madre, ella estaba perfectamente capaz de cuidarse, a pesar de la enfermedad incapacitante.

Pero no fui informada del repentino deterioro físico y mental.

Mientras tanto, la cuidadora retiró importantes sumas de dinero con la tarjeta bancaria de mi madre, sin dar después ninguna justificación.

Solo fui contactada en el momento del ingreso urgente de mi madre, que estaba en las últimas, y únicamente por insistencia de los médicos. Sin ellos, ni siquiera habría podido volver a verla con vida.

Posteriormente supe de un testamento redactado por un notario desconocido para mi madre y que firmó en su nombre, sin ningún certificado médico que acreditara su capacidad de entender y querer. También el abogado que tramitó el procedimiento era desconocido para mi madre, quien siempre había contado con otros distinguidos profesionales.

Ese último abogado de mi madre, convertido en defensor de la cuidadora, me informó de que mi hermana y yo quedábamos completamente excluidas de la herencia, que pasaba íntegramente a beneficio de la moldava.

Impugnamos el testamento e iniciamos el procedimiento de embargo preventivo de bienes y cuentas corrientes. Sin embargo, a pesar de que la cuidadora tenía la residencia en otro lugar, el juez determinó que podía establecerse en la casa de mi madre (donde sigue residiendo, después de 5 años).

Informados los Carabineros de la falta de dinero, de la posible manipulación de una persona incapaz y del sospechoso y repentino empeoramiento de la salud de mi madre, los agentes no dieron curso a la denuncia.

Los objetos que no formaban parte del patrimonio hereditario de mi madre, es decir, nuestros bienes (incluso de valor), nuestras fotos y, sobre todo, los títulos deportivos de mi padre (excluidos por el divorcio de mis padres), quedaron en manos de la cuidadora.

En una reciente —y única— visita a la casa de mi madre, todo lo que debía serme devuelto no fue hallado; la casa estaba sucia, los muebles arruinados por los gatos, y la moldava me solicitó expresamente llegar a un acuerdo para repartir la herencia.

Los títulos de mi padre han desaparecido.

A los Carabineros no les importa, los jueces se equivocan y los abogados duermen.

Les ruego que me ayuden a difundir mi historia. Solo junto a ustedes puedo obtener justicia.

Gracias de corazón, también en nombre de mi hermana.

Boxe Punch expresa su más sincera y total solidaridad con las hijas del inolvidable Fortunato Manca, así como su deseo de que puedan obtener justicia después de años de tribulaciones y sufrimientos inmerecidos.

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