Usyk cada vez más legendario: ¡Dubois barrido en cinco asaltos!

Oleksandr Usyk es un boxeador legendario, de esos destinados a ser celebrados, estudiados e idolatrados por las generaciones futuras tanto como por las actuales. Esta noche lo ha demostrado una vez más, logrando a los 38 años una de las victorias más impresionantes de su carrera ante un rival joven, potente y seguro de sí mismo. Daniel Dubois estaba atravesando un momento mágico, pero en el estadio de Wembley sus esperanzas de sorprender al mundo duraron apenas cinco asaltos, antes de ser arrasado por su sensacional oponente. Con este triunfo, Usyk recuperó el título de campeón mundial indiscutido de los pesos pesados, reconquistando el cinturón de la IBF que había dejado vacante para darle a Tyson Fury la revancha estipulada por contrato.

Dubois inició la pelea con determinación y descaro, intentando desde el primer instante presionar al rival, no darle respiro y retarlo en un duelo de precisión a media distancia. Sin embargo, el protagonista del primer asalto fue el jab de Usyk, un golpe simplemente perfecto que sorprendió una y otra vez al pegador británico.

Al darse cuenta de que había gastado una cantidad considerable de energía sin obtener grandes resultados, Dubois bajó ligeramente el ritmo en el segundo round, persiguiendo menos a su adversario y esperando el momento justo para soltar sus golpes venenosos. Esto le permitió a Usyk tomar firmemente la iniciativa. Especialmente brillante fue su izquierda en contragolpe al final del asalto.

El tercer round fue sin duda el más equilibrado del combate. Dubois logró conectar algunos golpes notables en rápida sucesión, pero se dejó llevar por ese éxito parcial y terminó recibiendo una izquierda demoledora del rival, que asimiló con visible dificultad.

Usyk volvió a establecer las jerarquías con claridad en el cuarto asalto, que controló de principio a fin gracias al uso magistral de los golpes rectos, alternándolos ocasionalmente con ganchos de derecha e izquierda que Dubois nunca logró anticipar ni frenar.

El desenlace del combate nació del mismo error que el ídolo local ya había cometido en el tercer round. Tras conectar una buena derecha, Dubois se lanzó sobre Usyk convencido de poder estremecerlo con más golpes pesados, pero cayó en su trampa.

El astro ucraniano lo aturdió con un gancho de derecha perfecto a la sien, letal no solo por impactar en una zona sensible, sino también porque Dubois ni siquiera lo vio venir, cayendo de rodillas sin comprender del todo lo que había ocurrido.

Al oler la sangre de una presa mortalmente herida, Usyk se dedicó de inmediato a rematar el trabajo: esquivó fácilmente una derecha salvaje lanzada por su rival con la fuerza de la desesperación y lo noqueó con un espléndido gancho de izquierda al mentón.

Hace algunos meses, poco después del triunfo de Oleksandr Usyk en la esperadísima revancha contra Tyson Fury, publiqué un artículo de opinión para explicarles en detalle por qué considero al ucraniano uno de los mejores pesos pesados de la historia del boxeo. (Haz clic aquí para leer el artículo)

Hoy, tras presenciar esta nueva obra maestra deportiva, esa convicción está aún más firme y arraigada en mí. Estoy absolutamente seguro de que los historiadores y expertos del futuro no tendrán dudas al colocar a Usyk junto a los nombres de los grandes atletas legendarios que dominaron la categoría reina y se cubrieron de gloria en décadas pasadas.

La relativa brevedad de la carrera profesional del boxeador ucraniano—esta noche disputó y ganó su vigésima cuarta pelea como profesional—se vuelve con cada nuevo triunfo un detalle cada vez más irrelevante frente a la cantidad de victorias logradas como visitante, su capacidad de desafiar al invencible Cronos (dios del tiempo) y la asombrosa completitud de su repertorio técnico.

Daniel Dubois no obtuvo esta oportunidad por casualidad, ni es ningún ingenuo. El británico es un púgil con una potencia temible, bien entrenado, sólido físicamente y venía de una racha positiva que le había valido elogios y admiración por parte de expertos y conocedores. Pero frente a Usyk, pareció un principiante. Es lo que ocurre cuando un gran boxeador tiene la mala suerte de enfrentarse a una leyenda viva del boxeo.

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