La cédula de identidad rara vez miente. Y esta vez no fue la excepción: pese a realizar una excelente pelea, Yuniel Dorticós tuvo que ceder el paso a Gilberto “Zurdo” Ramírez, quien retuvo los cinturones mundiales del peso crucero de la WBA y la WBO al imponerse por decisión unánime con tarjetas de 115-112, 115-112 y 117-110.
Coprincipal del evento organizado por Most Valuable Promotions y Golden Boy Promotions en el Honda Center de Anaheim, California, el combate entre Gilberto “Zurdo” Ramírez (47-1, 30 KO) y Yuniel Dorticós (27-2, 25 KO) era uno de los más esperados del 2025 en la categoría crucero, que vive actualmente un momento de estancamiento, con pocos nombres nuevos de peso y viejas glorias que no parecen dispuestas a dejar el escenario.
Ramírez, campeón WBA y WBO, buscaba consolidar su estatus como una de las figuras destacadas de la división, junto a Jay Opetaia, y seguir elevando su cotización tras su transición desde el semipesado. Dorticós, excampeón de la IBF, conocido por la potencia de sus golpes y su temperamento fogoso, apostaba por una última oportunidad mundialista a los 39 años, un último tren al que intentaba subirse antes de cerrar una carrera en la que se mantuvo durante años entre los mejores de la categoría.
La victoria de Ramírez parecía previsible para muchos, pero el mexicano tuvo que esperar a un evidente bajón del cubano para poder tomar el control. A sus 39 años, Dorticós se mostró muy competitivo, al menos durante los primeros seis asaltos. A partir de ahí, el “Zurdo” tomó las riendas: su frescura física y su elevado volumen de golpeo acabaron por sofocar la ofensiva de Dorticós, a pesar de los intentos del cubano de conectar un golpe contundente que cambiara la pelea.
Ramírez comenzó bien, con la clara intención de trabajar el cuerpo del rival para mermar sus energías desde el inicio. Pero tras un primer round de estudio, Dorticós empezó a presionar, avanzando con un excelente jab y acortando la distancia para golpear con ganchos y uppercuts al cuerpo y al rostro. En los primeros asaltos recibió dos advertencias por golpes bajos: era evidente su intento de quitarle aire al “Zurdo”.
En esta fase, Dorticós mostró lo mejor de su repertorio: un jab certero y sólido, y habilidad para desenvolverse desde la media y corta distancia, sobre todo con el uppercut de izquierda, al cuerpo y al rostro. No logró conectar su tradicional recto de derecha, con el que solía fulminar rivales, pero Ramírez fue inteligente al contener el trabajo del cubano y esperar el momento adecuado para subir el ritmo.
En el sexto asalto, un buen gancho de izquierda de Dorticós impactó claramente, pero Ramírez no se inmutó y respondió con dos directos de izquierda al rostro. Destacó también el trabajo con el jab de ambos, intentando controlar la distancia.
En la segunda mitad del combate, la pelea tomó el rumbo esperado. El “Zurdo” aumentó su volumen de golpeo y empezó a ejercer más presión sobre el cubano. Dorticós es un boxeador con buenos golpes en la corta distancia—especialmente el gancho y el uppercut de izquierda—pero se vuelve particularmente peligroso desde la media y larga distancia, cuando puede extender su recto de derecha.
El objetivo de Ramírez era claro: neutralizar el golpe más peligroso del arsenal del cubano y, al mismo tiempo, restarle oxígeno y confianza. Y efectivamente, en el séptimo asalto, un buen gancho de izquierda del “Zurdo” impactó de lleno en el rostro de un Dorticós visiblemente en apuros, tras un asalto difícil en el que había sufrido la iniciativa del rival.
A partir de ese momento, los golpes de Ramírez comenzaron a entrar con mayor facilidad y efectividad en la guardia de Dorticós. El cubano se mostró cansado, muy estático, con reflejos más lentos. Ramírez no le dio respiro y se mantuvo constantemente encima de él.
En los asaltos restantes, la inercia del combate no cambió, con Ramírez gestionando a su antojo los momentos de ataque y los instantes para recuperar energías.
El cansancio le quitó claridad a Dorticós y, a pesar de algunos buenos golpes, fue evidente para todos que el combate tomaba el rumbo que muchos habían pronosticado. Como reflejo de la frustración, Dorticós recibió una advertencia oficial en el décimo asalto tras conectar una serie de golpes bajos bastante evidentes.
El combate se deslizó así hacia su desenlace, con Ramírez consolidando la ventaja adquirida y Dorticós buscando sin éxito el golpe salvador. Los reflejos y la explosividad del cubano ya no son los de antaño, y Ramírez no tuvo mayores dificultades en la segunda parte, limitándose a controlar algunas acciones esporádicas de un rival visiblemente agotado y sostenido solo por el orgullo.
Al final del combate, el veredicto consagró la victoria de Gilberto “Zurdo” Ramírez, quien ahora espera el esperado enfrentamiento de unificación con la figura más destacada de la categoría, Jay Opetaia. Para Dorticós, en cambio, se cierra una era que lo tuvo como protagonista y figura de gran relevancia en el peso crucero.