¡Si Vinny Pazienza está en el Hall Of Fame, Sandro Mazzinghi también lo merece!

Entre los ingresos en el International Boxing Hall of Fame de 2025, el de Vinny Paz, más conocido por su anterior nombre de Vinny Pazienza, ha generado bastante debate. Los resultados alcanzados por el carismático boxeador estadounidense de raíces italianas no parecen justificar un reconocimiento de este tipo, que parece vinculado, más que a los triunfos obtenidos sobre el ring, a la milagrosa recuperación de Vinny tras el gravísimo accidente automovilístico del que fue víctima. Una elección legítima, que sin embargo, por coherencia, debería abrir las puertas del Salón de la Fama a muchos otros púgiles marcados por historias humanas épicas y conmovedoras, aunque menos conocidas por el gran público, entre ellos nuestro inolvidable guerrero Sandro Mazzinghi.

La carrera de Pazienza: buena, pero no trascendental

Vinny Paz tuvo el mérito innegable de coronarse campeón del mundo en dos categorías de peso distintas: ligero y superwélter. Sin embargo, es necesario subrayar que tales éxitos, aunque loables, no pueden ponerse al mismo nivel que los de quienes alcanzaron la cima del mundo cuando existía un solo título mundial, ni de aquellos que, en épocas más recientes, lograron el estatus de campeones indiscutidos unificando todos los cinturones disponibles.

Cuando Pazienza derrotó a Greg Haugen en junio de 1987, ciñéndose el cinturón ligero de la IBF, el campeón del CMB era el feroz pegador Edwin Rosario. Después del clamoroso triunfo por nocaut sobre Livingstone Bramble, a su vez verdugo del célebre Ray «Boom Boom» Mancini, “el hombre a batir” en las 135 libras era precisamente “El Chapo”.

Cuando, en cambio, Vinny se adueñó del cinturón superwélter de la AMB en octubre de 1991, al vencer al francés Gilbert Dele, el campeón del CMB en esa categoría era el formidable Terry Norris, claramente superior a Dele en todos los aspectos. Aun habiendo protagonizado dos (brevísimos) reinados mundiales, Pazienza nunca llegó a demostrar que fuera realmente el número uno de su peso en el panorama internacional.

El panorama empeora si, junto a las victorias, colocamos también las derrotas en la balanza. El récord final de Vinny Paz en los combates disputados con un título mundial de una de las cuatro principales federaciones del boxeo en juego fue de 2-6. Cada vez que elevó el listón enfrentándose a rivales de primerísimo nivel, el boxeador estadounidense salió duramente castigado.

Todos los accidentes son iguales, pero algunos accidentes son más iguales que otros

Resulta evidente, por tanto, que la decisión de colocar el nombre de Pazienza junto al de tantos fuera de serie que pueblan el Salón de la Fama deriva principalmente del impresionante renacimiento del púgil de raíces italianas tras el terrible accidente que le provocó la fractura de dos vértebras cervicales e interrumpió prematuramente su segundo reinado mundial.

Una historia conmovedora y absolutamente extraordinaria, sobre todo si se tiene en cuenta que los médicos que operaron a Vinny expresaron dudas sobre si volvería a caminar y afirmaron con certeza que jamás volvería a subir a un ring. La historia fue narrada (y algo edulcorada) en la película “Bleed – Más fuerte que el destino”.

Sin embargo, Pazienza no es el único campeón del Noble Arte que fue protagonista de una “resurrección” milagrosa.

Sandro Mazzinghi no tuvo la fortuna de ver su historia proyectada en las salas de cine de todo el mundo. Con un poco de malicia, podría decirse que no tuvo la suerte de ser estadounidense. Y así, el increíble y dramático episodio que lo involucró a los 25 años es hoy completamente desconocido para muchos expertos de boxeo del otro lado del océano.

El 14 de febrero de 1964, apenas diez días después de su boda, Sandro se estrelló con su coche contra un árbol, salió despedido del habitáculo y sufrió una fractura en el cráneo y un daño en la estructura interna de un oído. Su esposa, Vera Maffei, en cambio, murió en el acto.

Menos de dos meses después, Sandro volvió al ring, a pesar de que las heridas en su cuerpo y en su mente seguían frescas, o tal vez precisamente por eso: para no pensar a cada segundo en el drama que había vivido. Si antes del accidente los golpes de sus rivales le parecían caricias, después de su regreso cada puñetazo en la cabeza le provocaba la sensación de una descarga eléctrica.

Calidad, cantidad y seriedad: Mazzinghi supera a Pazienza en todos los frentes

Sin faltar al respeto a Vinny Paz ni a sus oponentes, es innegable que Mazzinghi construyó un récord sensiblemente superior al del estadounidense. Sandro también se convirtió en campeón del mundo dos veces, pero a su lado no había otros campeones de mayor nivel: estaba en la cima absoluta del planeta y no compartía esa cumbre con nadie.

Ralph Dupas, destronado por el joven Mazzinghi en 1963, había conseguido nada menos que 100 victorias en 125 combates como profesional y era entrenado por el legendario Angelo Dundee. Ki Soo Kim, despojado de su trono por un Mazzinghi más maduro en 1968, ante la multitud inmensa del Estadio San Siro, estaba invicto tras 34 peleas y le había arrebatado los cinturones al fuera de serie Nino Benvenuti.

El récord de Mazzinghi en combates con un título mundial en juego fue de 5-2, con las únicas derrotas sufridas precisamente a manos del inmenso Benvenuti, quien además tuvo que sudar la gota gorda para imponerse en la revancha. Nino fue proclamado vencedor por una mínima diferencia en las tarjetas al término de un combate apasionante y equilibrado.

Y sin embargo, cuando se habla de nuevos ingresos en el Salón de la Fama, como está ocurriendo en estos días con la publicación de las nominaciones para 2026, el nombre de Sandro nunca aparece. Sería realmente interesante preguntar a alguno de los votantes que contribuyeron a premiar a Vinny Paz la última vez qué tiene Mazzinghi de menos que él, aparte de los múltiples arrestos.

Dejemos que sea el ring el único criterio

¿Qué conclusión podemos sacar entonces de estas reflexiones? Según quien escribe, parece bastante evidente que incluir a un boxeador en el Salón de la Fama basándose en los episodios que lo han caracterizado fuera de las dieciséis cuerdas conduce a múltiples distorsiones.

Lo que sabemos o dejamos de saber sobre la vida privada de los grandes campeones del Noble Arte depende a menudo de factores bastante casuales, como su nacionalidad, la época en la que vivieron, la voluntad de escritores, cineastas y periodistas de profundizar en su figura o su popularidad ante el gran público.

Nada de eso debería influir en una votación imparcial, objetiva y basada en criterios uniformes y meritocráticos. Mi llamamiento a quienes tienen el poder de marcar las casillas y tomar estas decisiones es el siguiente: dejen de lado los elementos secundarios, por muy fascinantes que sean, y concéntrense en los resultados, en los récords y en las actuaciones.

Y quizás recuerden, de vez en cuando, que los límites del planeta no coinciden con los de los Estados Unidos de América…

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