Inoue sencillamente sensacional: arrasa a Akhmadaliev y sigue siendo campeón

Naoya Inoue (31-0, 27 KO) es, sencillamente, un boxeador sensacional. Quien escribe ya no tiene adjetivos para describirlo: el Monstruo japonés merece un capítulo aparte en el boxeo actual, aun en un panorama lleno de talentos extraordinarios, por mucho que digan los nostálgicos.

Un pequeño samurái capaz de generar una potencia aterradora para su categoría —y más allá—, con una técnica de altísimo nivel, un sentido del tiempo impecable y, sobre todo, una precisión inverosímil con la que castiga hígado y rostro de cualquiera que se cruce en su camino. A todo esto se suma un temperamento indomable, casi irracional, que lo lleva a aceptar intercambios frontales con rivales que podría manejar cómodamente desde la distancia de su inmensa clase.

Esto y mucho más podría decirse de este boxeador único en el mundo. Su más reciente víctima llegó hace apenas unas horas, cuando arrasó con el uzbeko Murodjon Akhmadaliev (14-2, 11 KO). Conocido como “MJ”, el zurdo es un boxeador agresivo, con buena potencia y precisión. Bronce olímpico en Río 2016, mantuvo un récord inmaculado hasta caer por decisión dividida frente a Marlon Tapales, un tropiezo que apagó el entusiasmo inicial en torno a él como potencial amenaza para Inoue. No obstante, Akhmadaliev se reencarriló con tres nocauts consecutivos, aunque frente a rivales poco destacados.

En la IG Arena de Nagoya, los aficionados presenciaron otra exhibición de la pequeña furia del Sol Naciente. Con todos los títulos supergallo unificados en 2023 en juego, el fenómeno japonés se impuso con claridad por decisión unánime, con tarjetas de 117-111 y dos de 118-110.

Un resultado categórico. MJ intentó contener el boxeo quirúrgico de Inoue, pero le fue imposible. Una vez más, Inoue barrió con su rival con una facilidad asombrosa. El combate fue despiadado y confirmó que el japonés ha dejado tierra quemada a su alrededor. Inoue es, sencillamente, demasiado para cualquiera en las 122 libras.

El japonés subió al ring con su habitual confianza, aunque más cauto en los primeros asaltos que en sus peleas recientes, donde había sufrido caídas “prematuras” más por exceso de confianza que por vulnerabilidad real.

Akhmadaliev estuvo sorprendentemente poco agresivo, probablemente muy consciente del nivel de peligro enfrente. Inoue se mostró móvil, mientras el uzbeko permanecía más plantado. Los espectadores vieron una versión inédita del nipón, más esgrimista que destructor. Aun así, no faltaron los intercambios de media distancia a cara descubierta, con ambos provocándose, pero siempre fue el Monstruo quien prevaleció. Superior en todo: velocidad, tiempo, potencia, juego de pies. Se movió por el ring con una clase infinita, una seguridad apabullante y un gusto casi paradójico por el riesgo, llegando a aceptar golpes que podía evitar, solo para contraatacar con toda su explosividad.

Jab, recto, gancho de izquierda, uppercut al hígado: el repertorio habitual desplegado durante los 12 asaltos por Inoue. Una auténtica masterclass del japonés, que incluso llegó a provocar a su rival, como queriendo regalar espectáculo, con un talante casi divertido, si se me permite, hacia el combate puro.

Siempre frontal, Akhmadaliev no pudo hacer nada. Los pocos momentos en que conectó combinaciones parecieron simples concesiones de Inoue. ¿Qué más podía hacer el uzbeko? Tal vez trabajar más al cuerpo, quizá evitar quedarse de frente ante un rival tan rápido y potente como pocos en el planeta, o atreverse a atacar más, aunque eso casi seguro habría significado ser noqueado. Por ahora, Inoue sigue siendo un enigma irresoluble para todos.

En el mismo día en que Terence “Bud” Crawford demostró una vez más por qué es un boxeador de época (aquí el enlace al resumen de la hazaña de Crawford contra Canelo), al otro lado del mundo Inoue volvió a dejar claro que es el absoluto dominador de las divisiones más ligeras y un peleador once in a lifetime, igual que Crawford. Ahora Japón lo espera en la defensa obligatoria de fin de año ante David Picasso, retador oficial del WBC. Pero, sin rodeos: todos aguardan el choque con la otra estrella del Sol Naciente, el temible pegador Junto Nakatani, en una pelea que promete chispas como pocas.

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