¡Vergonzosa decisión de la WBA: Jake Paul entra en el ranking!

La WBA nos ha acostumbrado en las últimas décadas a todo tipo de disparates: desde la fragmentación tragicómica de sus títulos mundiales en diversas subcategorías, hasta la elaboración de clasificaciones que parecen escritas por alguien bajo el efecto de estupefacientes. Pero en esta ocasión, la federación presidida por Gilberto Mendoza Jr. se ha superado a sí misma, tocando literalmente fondo: el exyoutuber Jake Paul ha entrado oficialmente en el ranking del peso crucero de la WBA en la posición número catorce, lo que lo hace potencialmente elegible para disputar un título mundial.

Quien escribe estas líneas no alberga ningún rencor hacia el pintoresco atleta estadounidense. Paul se inició en el boxeo hace poco menos de seis años y, desde entonces, se ha dedicado con compromiso y entrega, contratando equipos de alto nivel y entrenando duro para asimilar las técnicas y principios esenciales de un deporte que la gran mayoría de los profesionales de cierto nivel empieza a dominar desde la infancia.

Los resultados, inevitablemente, no han sido trascendentales, como es normal para alguien que se acerca por primera vez a este deporte en una edad ya madura. Paul, de hecho, saltó por completo la etapa amateur e inició su carrera profesional a los 23 años.

Para asegurarse de que su personaje pudiera acaparar los reflectores y hacer creer a sus fans que estaban ante un verdadero peleador, el exyoutuber eligió con gran astucia a sus rivales: debutantes absolutos, exjugadores de baloncesto, luchadores de MMA y boxeadores de bajísimo nivel, algunos de ellos lastrados por una edad avanzada o una desventaja física evidente.

El único error de cálculo lo cometió al enfrentarse a Tommy Fury, el más flojo entre los boxeadores profesionales de la familia del célebre Gipsy King, de quien es primo. Aunque logró derribar a su rival, Jake Paul perdió por decisión dividida. La mediocridad boxística de Tommy Fury, ya intuible en los videos de sus primeros combates, quedó aún más en evidencia cuando ofreció una actuación bochornosa ante otro youtuber, Olajide William Olatunji, alias KSI, al que venció por los pelos con un veredicto muy ajustado.

Después llegó el golpe de genialidad: Jake Paul se dio cuenta de que podía dar que hablar en todo el mundo enfrentando a ex campeones de boxeo con un pasado glorioso pero muy lejos de un estado de forma aceptable y, por tanto, poco peligrosos. Primero Mike Tyson y luego Julio César Chávez Jr. sirvieron a ese propósito, permitiendo al astuto atleta estadounidense poner dos nombres importantes en su palmarés, habiendo derrotado en realidad solo a sus sombras.

Muchos, sobre todo entre los menos expertos, están convencidos de que los últimos combates de Paul han estado amañados, incapaces de aceptar que ex campeones del mundo de boxeo puedan perder ante un youtuber. Desde el punto de vista de quien escribe, tal tesis carece de fundamento: Tyson y Chávez perdieron porque ya no son atletas en activo y porque, en un deporte tan físico como el boxeo, no basta con una sola preparación bien hecha para borrar años y años de vida desordenada y volverse “presentables” en el ring.

Hasta aquí, nada particularmente dramático. Al fin y al cabo, Jake Paul tiene derecho a divertirse y a practicar el deporte que le plazca, así como a decidir contra quién quiere pelear. Además, el exyoutuber ha generado algunos efectos positivos para el boxeo, permitiendo, por ejemplo, que varios boxeadores talentosos ganaran bolsas importantes y merecidas al pelear en sus carteleras. Es el caso de Katie Taylor y Amanda Serrano, que en la velada centrada en Paul vs Tyson protagonizaron un combate inolvidable y ganaron con creces cada centavo de las bolsas millonarias que recibieron, cantidades que en otros contextos les habrían sido negadas.

El verdadero problema, entonces, no es la carrera de Jake Paul ni su tendencia a ofrecer espectáculos circenses. El problema es la falta de pudor de la WBA (y de quienes eventualmente seguirán su ejemplo disparatado), que al incluir al estadounidense en su ranking ha pisoteado una vez más los valores del deporte que presume administrar.

Decidir de forma arbitraria que Jake Paul es el decimocuarto mejor peso crucero del mundo en virtud de sus victorias sobre un hombre de 57 años inactivo desde hace casi veinte y sobre un boxeador cuya carrera al más alto nivel terminó en 2012, cuando pesaba 72 kilos, es un insulto para todos los aficionados y profesionales del Noble Arte.

Lo más odioso de esta decisión indecente es que representa una bofetada en la cara de los muchísimos cruceros de todas las nacionalidades que vencerían a Jake Paul con una mano atada a la espalda pero que, a diferencia de él, solo pueden soñar con una oportunidad mundialista.

Con esta decisión, que por desgracia ya se venía anticipando desde hace unos días, la WBA ha escupido en la cara de la meritocracia, ha pisoteado los derechos de los atletas que, como federación deportiva, debería proteger, y ha hundido aún más su ya deteriorada credibilidad.

¿Cuánto tiempo más podrá el señor Mendoza seguir estirando la cuerda antes de que su criatura pierda el prestigio internacional del que, incomprensiblemente, todavía goza? ¿Y antes de que sus cinturones sean, con toda razón, considerados basura? La paciencia de quienes trabajan en el sector ha sido puesta a prueba demasiadas veces, y tal vez haya llegado el momento de que todo aquel que ama este deporte exprese en voz alta su indignación.

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