A Fabio Turchi hay que reconocerle su corazón, coraje y feroz determinación: resistió estoico, sin rendirse en un combate que parecía perdido, pero su victoria de esta noche, en Piazza Santa Croce en Florencia, sabe muy mal como un fallo casero. Turchi se llevó el cinturón vacante WBO Global de los cruceros a costa del letón Milans Volkovs, gracias a una decisión unánime muy cuestionable al final de un combate que luchó prácticamente “con un solo ojo”. Estas fueron las puntuaciones oficiales, todas a favor de Turchi, del combate estelar de la velada organizada por Opi Since 82 y patrocinada por Leone: 97–93, 97–93, 97–94.
El combate comenzó según lo previsto: Turchi dominó el centro del ring, avanzando con el tronco inclinado, mientras Volkovs parecía temeroso, moviéndose en zonas laterales con jabs poco convincentes.
Esa apatía letona se disipó al inicio del segundo round. Volkovs olvidó el respeto inicial y empezó a responder golpe a golpe a Turchi. El italiano seguía destacando por la explosividad de sus combinaciones—Volkovs lanzaba golpes solo con fuerza de brazos—pero el combate estaba definitivamente encendido.
En el tercer y cuarto round Turchi subió el ritmo, conectando con buena continuidad. Sin embargo, no pudo desestabilizar a Volkovs, quien absorbía todo y seguía buscando resquicios.
Lamentablemente, en su ofensiva agresiva Turchi descuidó su defensa, y ya en el cuarto round las consecuencias se reflejaron en su rostro: el ojo derecho comenzó a inflarse, reduciéndose a una rendija.
Semi-ciego por la herida, Turchi comenzó a tener muchas dificultades para ver los ataques de su oponente, y la inercia del combate cambió completamente. Desde el quinto round, Volkovs tomó el control y empezó una remontada decisiva.
El púgil letón bajó el ritmo en el séptimo asalto, que fue bastante equilibrado, pero recuperó firmemente el mando del combate con precisión y consistencia.
El progresivo deterioro del ojo derecho de Turchi, completamente cerrado en las últimas rondas, afectó gravemente su capacidad ofensiva: el zurdo no encontraba distancia adecuada, desperdiciaba energía y Volkovs lo castigaba con calma y seriedad.
El intento desesperado de Turchi por retomar el control en los dos últimos asaltos—avanzando pese a la lluvia de golpes, su sangre y los múltiples hematomas—fue digno de admiración, pero, en mi opinión, insuficiente para cambiar el resultado. Yo le daría dos puntos de ventaja a Milans Volkovs, y hasta un empate habría sido generoso pero aceptable. Las puntuaciones otorgadas a Turchi por los jueces son ridículas, explicables solo por incompetencia o un claro favoritismo hacia el púgil local.
Quisiera cerrar con una reflexión sincera dirigida a Fabio Turchi tras presenciar este dramático combate.
“Conocí” virtualmente a Fabio hace casi veinte años, cuando era un chico prometedor que posteaba en el extinto foro Mondoboxe bajo el alias “7Bello”.
Desde entonces he seguido su trayectoria con interés y entusiasmo, y hace cinco años tuve el honor de estrecharle la mano en el gimnasio de la Pugilistica Alto Reno mientras se medía con el emergente Diego Lenzi.
Como muchos aficionados y profesionales, tenía grandes expectativas en él; parecía destinado a algo grande. Pero a lo largo de su trayectoria, algo falló: algo se rompió, y cada pelea deja ahora heridas más profundas.
No sé si fueron los múltiples cambios de entrenador, algún límite de carácter o una derrota mal digerida, y no pretendo aventurarme en su mente con hipotesis imposibles de demostrar.
Solo quiero dejarle este mensaje, sin pretender influir en sus decisiones, que solo a él le pertenecen:
A la luz de sus últimas actuaciones, ese Fabio Turchi que llenaba de esperanza a seguidores y profesionales de toda Italia ya no existe. Quizás sea el momento de detenerse y preguntarse si aún tiene sentido seguir: si vale la pena seguir desgarrándose por un cinturón cuestionable contra un rival mediocre, o si tal vez convendría buscar realización personal, porque Fabio, como joven serio e inteligente, tiene todas las cualidades para alcanzar otras metas menos dolorosas y más genuinas.