La pelea más emocionante y equilibrada de la espectacular velada de ayer en Riad fue la que decidió el vacante Título Mundial WBO del peso ligero entre los invictos Abdullah Mason (Estados Unidos) y Sam Noakes (Reino Unido). Mason se impuso por puntos y, con solo 21 años, ya ha logrado conquistar un cinturón mundial. El estadounidense mereció el veredicto, pero a su indómito coaspirante hay que reconocerle el mérito de haberlo exigido de manera muy severa. Estas fueron las puntuaciones oficiales, todas a favor del vencedor: 115–113, 117–111 y 115–113.
Los boxeadores dotados de una velocidad de manos fuera de lo común suelen ser casi “injugables” durante los primeros asaltos, cuando su nivel de energía está en lo más alto y sus golpes salen con la misma reactividad con la que una cobra ataca a su presa. Abdullah Mason pertenece de pleno derecho a esta categoría, y ayer lo demostró una vez más.
Durante los tres primeros asaltos, la pelea fue una especie de pesadilla para Noakes: pese a intentar con generosidad llevar el combate, el inglés era constantemente anticipado por el jab derecho y los relámpagos de mano izquierda de su joven rival. El punto culminante de sus dificultades llegó en el tercer asalto, cuando un terrible uppercut de izquierda al mentón lo obligó a retroceder y un choque accidental de cabezas le abrió un feo corte cerca del ojo izquierdo.
Sin embargo, el púgil de Queensberry Promotions no se dejó desmoralizar y buscó por todos los medios la manera de volver a meterse en la pelea. Al darse cuenta de que no podía competir en cuanto a sincronización y velocidad de ejecución, Noakes empezó a abalanzarse sobre su rival para imponer su fortaleza física en la corta distancia.
Quizá no haya sido lo más elegante del mundo, pero el trabajo del boxeador inglés dio sus frutos, equilibrando una pelea que parecía destinada a torcerse de manera muy fea.
Mason comprendió rápidamente que lanzar de vez en cuando golpes aislados —por muy espectaculares y eficaces que fueran— no bastaría para apagar el ímpetu de su arrollador rival, y se vio obligado a dar mayor continuidad a sus acciones, para beneficio del entretenimiento del público presente.
Tras la mitad del combate, en dos ocasiones Noakes vio escaparse un asalto que estaba ganando porque Mason, en el último minuto, se desataba con combinaciones letales a dos manos que anulaban el loable esfuerzo desplegado por el inglés en la fase anterior.
A pesar de que sus esfuerzos se veían anulados con la misma puntualidad con la que Penélope deshacía de noche el tapiz que había tejido durante el día, Noakes no dejó de intentarlo con todo lo que tenía, avanzando sin descanso y mostrando su disposición a encajar contragolpes venenosos con tal de poder conectar los suyos.
Entre los escasos momentos en que el inglés se vio obligado a retroceder, estuvo el final del décimo asalto, cuando una ofensiva devastadora de Mason hizo levantar al público de sus asientos e hizo casi presentir la posibilidad de una conclusión anticipada. El combate, sin embargo, siguió adelante hasta el último asalto previsto.
Precisamente el asalto final puso aún más de relieve el talento y la personalidad de Mason. Aunque pudiera pensar que tenía una ligera ventaja, el estadounidense no quiso dejar espacio a dudas y ejerció una gran presión durante los últimos tres minutos, avanzando en guardia alta e intercambiando golpes sin reservarse nada.
Personalmente, me sitúo a medio camino entre los dos jueces que marcaron solo dos puntos de diferencia y el que vio seis. Mi puntuación es 116–112 a favor de Abdullah Mason, que subió merecidamente al trono mundial tras una pelea intensa y exigente que, sin duda, constituirá una experiencia valiosa para su futuro.
Sam Noakes, por su parte, no tiene nada que reprocharse: el inglés dejó el alma en el ring, ganándose los aplausos y el aprecio del público, y seguramente después de esta actuación recibirá más oportunidades para disputar combates de prestigio. Por desgracia para él, anoche tuvo delante a un rival más talentoso y más completo, capaz de neutralizar todos sus recursos ofensivos.
