Saúl “Canelo” Álvarez ha vuelto a unificar los cuatro principales títulos mundiales del peso supermediano al recuperar el cinturón de la FIB. En The Venue Riyadh Season, el mexicano se impuso a los puntos al cubano William Scull por decisión unánime con las siguientes tarjetas: 115-113, 116-112, 119-109. El último obstáculo antes del esperadísimo duelo contra Terence Crawford, previsto para septiembre, ha sido superado, aunque en uno de los combates más aburridos de la historia del boxeo.
Ya era evidente que esta pelea no sería una reedición de Castillo vs Corrales, pero la total ausencia de acción a la que fueron sometidos los desafortunados espectadores superó incluso las expectativas más pesimistas.
El desarrollo general del combate se delineó desde el primer asalto, donde el momento de mayor tensión fue un gancho de derecha de Canelo que impactó en el hombro de Scull: un episodio totalmente irrelevante pero aún así más digno de ser mencionado que los otros dos minutos y cincuenta y nueve segundos del round.
William Scull no subió al ring con intención de ganar. El cubano se mostró más que satisfecho con embolsarse la bolsa asegurada y se dedicó a correr y saltar de esquina a esquina, lanzando apenas unos jabs sin convicción.
Por su parte, Canelo tampoco lograba mucho más. El mexicano se quedaba perezosamente en el centro del ring y sólo de vez en cuando intentaba alguna ofensiva, sin la explosividad ni el dinamismo necesarios para hacer daño real al rival.
Los asaltos fueron pasando entre bostezos, con golpes destacados que se podían contar con los dedos de una mano, como un buen uppercut de derecha de Scull al inicio del sexto round.
El trabajo de los jueces resultó especialmente complicado ante una pelea tan monótona y sin intercambios, teniendo que valorar en cada pausa entre asaltos un par de jabs flojos frente a un golpe al cuerpo nada memorable. Aun así, quien escribe cree que Canelo, al menos por una mayor disposición a intercambiar, merecía una ligera ventaja a mitad del combate.
A partir del séptimo asalto, el mexicano intentó acelerar un poco el ritmo, lanzándose sobre su rival con algo más de agresividad. Estos esfuerzos, aunque suficientes para ampliar la ventaja en las tarjetas, no provocaron el cambio de rumbo deseado. Atando y escapando frenéticamente, Scull evitó con facilidad el intercambio, centrado en llegar al último campanazo sin marcas en la cara.
Las escenas provocadoras del cubano, como ese ridículo bailecito en el noveno asalto como si estuviera ofreciendo una obra maestra de la técnica, resultaron patéticas dada su total incapacidad para conectar golpes decentes.
La frustración de Canelo por no poder castigar a un rival tan limitado fue evidente en el undécimo asalto, cuando golpeó por debajo del cinturón con la derecha y luego lanzó un uppercut violento tras la intervención del árbitro.
Sin embargo, Scull no se apartó de su horrorosa estrategia ni siquiera en los championship rounds, continuando su esfuerzo por evitar cualquier tipo de riesgo.
Desde mi punto de vista, dos de los tres jueces fueron demasiado generosos con el cubano, que no merecía más de tres asaltos dados sus nulos intentos de pelea. Probablemente Pablo González y Ron McNair intentaron repartir de forma equilibrada los muchos asaltos sin acción, lo que llevó a puntuaciones más igualadas.
Aunque William Scull fue claramente el principal responsable del pésimo espectáculo, la actuación de Canelo también dejó dudas y no representa la mejor carta de presentación de cara al combate contra Crawford.
Es cierto que cortar el ring nunca ha sido una especialidad del mexicano, pero la feroz determinación con la que hace algunos años acorraló y noqueó a estilistas como Billy Joe Saunders y Caleb Plant parece completamente evaporada.
El multi laureado boxeador de Guadalajara pierde en cada combate algo de velocidad de ejecución y de brillo atlético. Contra Scull, sus piernas parecían hundidas en arenas movedizas y sus golpes salían casi siempre con un leve retraso.
En septiembre, Canelo partirá como favorito gracias a su clara ventaja física, pero las probabilidades de que Terence Crawford logre una hazaña similar a la que logró Sugar Ray Leonard al vencer a Marvin Hagler parecen hoy un poco más altas que hace unos meses…