Hazaña histórica de Crawford: vence a Canelo por puntos y entra en la leyenda

Una hazaña histórica, legendaria, absolutamente épica. No hay palabras lo suficientemente grandilocuentes para describir lo que Terence Crawford hizo en el Allegiant Stadium de Las Vegas. La superestrella estadounidense, protagonista de un doble salto de categoría, derrotó por puntos al campeón unificado del peso supermediano Saul “Canelo” Álvarez, conservando su invicto. Se trata de la quinta división en la que “Bud” logra encumbrarse en la cima del mundo. Estas fueron las puntuaciones de los jueces, todas a favor del retador: 116–112, 115–113, 115–113.

Como era de esperar, el combate arrancó con una prolongada fase de estudio. Ninguno de los dos quería conceder ventajas, por lo que abundaron las fintas y los desplazamientos más que los golpes efectivos.

En los tres primeros asaltos sucedió muy poco. Crawford logró dormir el primero y el tercero con su juego de piernas, mientras que en el segundo Canelo conectó algunos uppercuts al cuerpo, no muy potentes pero útiles para entrar en ritmo.

A partir del cuarto asalto el ritmo finalmente aumentó. Consciente del riesgo que suponía dejar demasiados rounds “en tierra de nadie” en esa Las Vegas que tantas veces ha regalado veredictos generosos a Álvarez, el retador plantó los pies y aceptó los intercambios, elevando de inmediato el espectáculo. Canelo, sin embargo, respondió con decisión al cambio de ritmo, colocando varios golpes contundentes en la parte final del round.

El campeón aplicaba una presión calculada, confiando sobre todo en golpes aislados y buscando más el cuerpo que la cabeza, probablemente con la intención de restar energía al rival. Crawford, por su parte, se movía con gran pericia sobre las piernas y producía un mayor volumen de golpes, aunque sin cargarlos con demasiada violencia.

Se llegó así al ecuador sin un claro dueño del combate, con varios asaltos que podían haberse asignado al azar. En la tarjeta de quien escribe, Canelo estaba en ligera ventaja, pero nada estaba decidido.

El equilibrio continuó un par de asaltos más: mejor Crawford en el séptimo, a pesar de tener que encajar dos durísimos golpes al cuerpo; mejor Canelo en el octavo, con buena agresividad y más concreción. Luego, cuando todo hacía pensar en un desenlace tranquilo hasta la campana final, algo cambió.

La sacudida al combate la dio Bud al inicio del noveno asalto, con una espectacular ráfaga de golpes que tomó totalmente desprevenido a Canelo. El mexicano intentó responder de inmediato, pero al no lograrlo se frustró y bajó peligrosamente la cabeza al arrinconar al rival contra las cuerdas, lo que provocó la intervención arbitral y una breve pausa.

El round prosiguió sin más sobresaltos, pero aquella aceleración del retador, que por primera vez se había puesto realmente el casco de guerra sin temor alguno, fue la señal de que Crawford olía el momento de tomar el control.

Poco después, el campeón empezó a mostrar signos cada vez más evidentes de cansancio, fallando de manera estrepitosa en varias ocasiones, mientras Bud aumentaba su ritmo minuto a minuto.

Sensacionales, asombrosos e inolvidables fueron los dos últimos asaltos de Terence Crawford. Se les llama “rounds de campeonato” porque en los combates equilibrados suelen marcar la diferencia en las tarjetas y porque los grandes campeones siempre encuentran la manera de ganarlos. Bud los conquistó de forma clara, indiscutible y dominante, aceptando en varias ocasiones la batalla cuerpo a cuerpo.

Un final tan contundente, tras un combate lleno de asaltos dudosos, tenía que inclinar la balanza hacia el retador, y así fue: un juez le dio cuatro puntos de ventaja, los otros dos solo dos, la misma diferencia que registró quien escribe.

Si bien hay que admitir que el declive físico de Canelo, ya evidente en sus últimos combates, volvió a manifestarse claramente hoy, Terence Crawford ha logrado una hazaña que pasará a la historia del boxeo.

Autor de un doble salto de categoría, él que comenzó en los pesos ligeros y que en su madurez era un wélter natural, se llevó cuatro cinturones mundiales de una sola vez, y lo hizo además con casi 38 años (los cumplirá a fin de mes). Es una victoria que recuerda, entre otras, la de Sugar Ray Leonard sobre Marvin Hagler, la de Michael Spinks sobre Larry Holmes y la de Bernard Hopkins sobre Antonio Tarver. Triunfos logrados por hombres absolutamente fuera de lo común, desafiando la lógica tradicional del boxeo.

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