Uno de los secretos del éxito del boxeo británico es el hábito de hacer que los talentos emergentes se enfrenten entre sí antes de lanzar a los mejores al escenario internacional. El que gana sube un peldaño más, el que pierde se lame las heridas y aprovecha la experiencia adquirida para estar más preparado la próxima vez. El talentoso boxeador de Salerno, Francesco De Rosa, necesitaría un sistema así, pero en Italia no funciona así, y su apasionado llamamiento dirigido ayer a la FPI pone de manifiesto uno de los grandes males de nuestro boxeo.
El verano pasado, De Rosa nos llenó de orgullo. Con apenas ocho combates profesionales en su historial, viajó a Inglaterra y noqueó al prospecto local Nyall Berry con una actuación sensacional. Sin embargo, mientras su rival ha subido al ring tres veces más desde entonces —ganando incluso el Título de Inglaterra en su último combate—, De Rosa no ha corrido la misma suerte.
El púgil de Salerno estuvo inactivo durante ocho meses y solo hace un mes pudo sacudirse algo de óxido en un combate de rodaje pactado a ocho asaltos, que ganó por KO en el séptimo. Mientras tanto, su ansiada oportunidad por el Título Italiano, por un motivo u otro, ha sido siempre aplazada sin fecha fija.
Porque en Italia las cosas funcionan así: pocos aceptan el riesgo de una derrota al inicio de la carrera, y si el rival por el cinturón nacional es demasiado peligroso, se prefieren caminos alternativos hechos de títulos sin valor y rivales escogidos a medida. Así se escala en los rankings de los distintos organismos y se finge invencibilidad ante los propios aficionados, hasta que llega la gran oportunidad y se sufre una derrota estrepitosa.
Harto de esta situación, Francesco De Rosa decidió poner por escrito lo que le pasa por la cabeza y le oprime el corazón, publicando en las redes sociales este mensaje que reproducimos íntegramente:
“Hoy hablo como deportista, pero sobre todo como hombre. Llevo dos años siendo el número uno en la categoría de supergallo. Dos años esperando, con determinación y sacrificio, una oportunidad que me corresponde por derecho: pelear por el Título Italiano.
Cada vez que aparece un oponente, algo sucede. Se retira. Desaparece. Y yo me quedo: listo, entrenado, herido. Porque detrás de una preparación hay meses de trabajo, dinero invertido, golpes recibidos, materiales, viajes, renuncias. Detrás de mí hay una ciudad, Salerno, que merece ser representada en el ring como se debe.
Sé que no es culpa directa de la Federación. Pero quedarse de brazos cruzados ante esta situación equivale, en la práctica, a permitirla. Y yo ya no puedo seguir en este limbo.
No es una rabieta, no es una polémica, es una petición para ser escuchado. Pido respeto: para mi carrera, para mi tiempo, para todo lo que pongo en juego cada día. Estoy listo, siempre lo he estado. Pero ahora ha llegado el momento de que alguien también lo esté para mí.”
No nos corresponde a nosotros decir a la FPI qué soluciones debe adoptar para cambiar esta situación. Sin embargo, está bastante claro que algo hay que hacer, porque es inconcebible que un boxeador de valor, capaz de honrar nuestros colores también en el extranjero, no pueda ver reconocido su mérito a nivel nacional por falta de rivales dispuestos a enfrentarlo.
Igualmente inaceptable es permitir que muchos de nuestros boxeadores construyan récords inflados y engañosos a base de atajos y combates cómodos, solo para hacer el ridículo cuando se eleva el nivel y llega la gran cita.
Hay que sentarse a la mesa y estudiar un sistema de incentivos que devuelva al Título Italiano la centralidad, el prestigio y la importancia que tuvo en el pasado y que lo convierta en una etapa obligatoria para quien tenga la ambición de representar a Italia en escenarios internacionales.
La petición de Francesco De Rosa —que desde Boxe Punch apoyamos y relanzamos con convicción— no puede ni debe caer en el olvido. Esperamos, por el contrario, que sirva de estímulo para que quienes tienen el poder de decisión tomen las medidas necesarias para cambiar las cosas.