Pacquiao vs Morales 1: El último gran rugido del Terrible

PorMario Salomone

Mar 19, 2025 #WBC

Quienes siguen el boxeo con ojo crítico saben que el valor de un combate no lo determina el título en juego, sino los púgiles que suben al ring. Cuando el 19 de marzo de 2005, exactamente hace 20 años, Manny “Pac Man” Pacquiao y Erik “El Terrible” Morales se encontraron cara a cara en el MGM Grand de Las Vegas, la apuesta en juego parecía modesta: el cinturón de la poco reconocida federación IBA y el Título Internacional del CMB. Sin embargo, ambos ya habían demostrado maravillas sobre el cuadrilátero, por lo que su enfrentamiento, primer capítulo de una trilogía fantástica, generó un enorme interés a nivel mundial.

Los “guantes del pegador” negados al favorito

Faltaba menos de una semana para el combate cuando Manny Pacquiao fue informado de que, por contrato, no podría usar sus guantes habituales Cleto Reyes, tradicionalmente preferidos por los grandes pegadores. Su promotor, Murad Muhammad, había cedido en la fase de negociación ante el equipo de Morales, permitiéndoles imponer el uso de los guantes Winning, más acolchados en la zona de los nudillos hasta el punto de ser definidos como “almohadas” por Manny y su legendario entrenador Freddie Roach. La decisión de no oponerse a lo que sería una ventaja para el experimentado peleador mexicano, aquejado de problemas crónicos en las manos, quizá se debió a la convicción de que Pacquiao barrería con su rival de todas formas. A pesar de que ambos eran fenómenos sobre el ring, la inercia de sus respectivas carreras parecía favorecer al filipino, quien llegaba al combate tras una serie de actuaciones arrolladoras, incluida la devastación de Marco Antonio Barrera y el controvertido empate contra Juan Manuel Márquez, a quien había derribado tres veces en el primer asalto. Morales, por su parte, había perdido pocos meses antes su tercera y épica pelea contra Barrera, y enfrentarse a un boxeador de ritmo endiablado y golpes demoledores como Pac Man implicaba el riesgo de sentir el peso de tantas guerras previas.

El plan perfecto para desactivar al destructor

Las salidas fulminantes de Manny Pacquiao, acostumbrado a lanzarse sobre sus rivales desde el primer tañido de la campana y abrumarlos con sus combinaciones, eran bien conocidas por el público y los expertos. Sin embargo, Morales, completamente indiferente a las apuestas de las casas que lo daban como no favorito, se mostró bien preparado para el duro desafío que tenía enfrente. El Terrible ya no era aquel joven temerario que subía al ring disparando golpes como una ametralladora sin un plan lógico claro: su valentía seguía intacta, pero a ella había añadido años de experiencia y refinamiento técnico que le permitían seguir un plan táctico para optimizar sus esfuerzos. Habiendo estudiado cuidadosamente las actuaciones de Pacquiao contra otros guerreros mexicanos, Morales y su equipo elaboraron la estrategia adecuada para enfrentarlo: retroceder en pequeños pasos para absorber los golpes característicos del filipino y sorprenderlo de vez en cuando con arremetidas explosivas a dos manos para hacerlo retroceder. Este esquema, enriquecido con un uso preciso y constante del jab izquierdo, dio sus frutos, y Pac Man, tras un gran primer asalto en el que castigó con fuerza al cuerpo, pareció desorientado en los siguientes episodios.

Sangre, cansancio y locura: un combate de otra época

Justo cuando el zurdo de Manila parecía estar encontrando la manera de retomar el control de un combate que se le estaba escapando de las manos, un choque accidental de cabezas en el quinto asalto le abrió una fea herida cerca del ojo derecho, provocando una abundante hemorragia. El incidente tuvo un impacto negativo en el favorito de la noche, quien perdió claridad y compostura, dando por varios episodios la sensación de depender más de la fuerza de la desesperación que de un planteamiento táctico definido. Mientras tanto, su astuto rival amplificaba el daño, dirigiendo sus precisos izquierdazos quirúrgicos al ojo maltrecho.

Sin embargo, un nuevo factor estaba por entrar en escena y cambiar una vez más el equilibrio del combate: el cansancio. Agotado por el ritmo infernal y preocupado por conservar energía para los asaltos de campeonato, Morales literalmente le regaló el noveno episodio a su rival y también empezó a perder claridad en sus decisiones y en la conducción de la pelea. En cuestión de minutos, las estrategias quedaron de lado y el combate se transformó en una batalla a muerte entre dos hombres exhaustos, pero incapaces de dar un paso atrás.

El «big drama show» en el último asalto no podía faltar: después de ser advertido por su esquina de que no tomara riesgos y administrara su ventaja, Erik Morales hizo exactamente lo contrario. De repente, cambió a la guardia zurda y se lanzó al intercambio en el centro del ring con el pegador más feroz de la era moderna, en un clímax de emoción hasta la campana final.

El último gran rugido del Terrible

A pesar de haberse adjudicado los últimos tres intensos minutos, Manny Pacquiao no había hecho lo suficiente a lo largo del combate como para esperar el fallo a su favor. Las tarjetas, unánimes en decretar la victoria por estrecho margen del Terrible, fueron justas tanto en el veredicto como en la diferencia de puntos.

El filipino expresó su frustración en la entrevista de rigor por no haber podido usar sus guantes preferidos, asegurando que con ellos habría ganado por nocaut. Sin embargo, la realidad es que aquella noche se encontró con un boxeador en un estado físico y mental extraordinario, capaz de ejecutar una auténtica obra maestra deportiva.

Memorable fue la entrevista del ganador, cuando Larry Merchant le preguntó por qué había asumido semejante riesgo en el último asalto. Morales simplemente sonrió y le respondió al legendario periodista de HBO: «¿Te gustó?»

En la victoria de Morales hubo estrategia, táctica e inteligencia, pero en el ADN del campeón mexicano también estaba la necesidad imperiosa de entretener al público. Y una vez más, había cumplido con su misión. Aquella victoria fue, en cierto modo, el último gran rugido del Terrible, quien perdería siete de sus siguientes once combates antes de retirarse, incluyendo la revancha y la trilogía contra Pac Man. Sin embargo, aún pudo darse el lujo de una última gloria mundial en 2011.

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