La multitud que llenó el Tottenham Hotspur Stadium anoche seguramente regresó a casa con la sensación de que el espectáculo valió la pena. El evento principal de la velada denominada «Fatal Fury» resultó ser más intenso y entretenido de lo que se esperaba, ya que Chris Eubank Jr y Conor Benn ofrecieron una batalla sin concesiones. Eubank se impuso merecidamente por decisión unánime, con triple puntuación de 116-112, infligiendo a Benn su primera derrota como profesional.
Desde que los dos boxeadores se quitaron sus batas, se notó de inmediato la considerable diferencia física que ya era conocida. Aunque la cláusula de rehidratación limitó su capacidad de aumentar masa tras el pesaje, Eubank era visiblemente más grande y sólido que Benn. En efecto, era un combate entre pugilistas de categorías diferentes.
Los dos primeros asaltos se desarrollaron en relativa igualdad. Benn, consciente de que debía basarse en su velocidad para compensar la diferencia de tamaño, se movía frenéticamente e intentaba sorprender con ganchos lanzados desde demasiado lejos. Sin embargo, Eubank no parecía tener la reactividad necesaria para aprovecharlo y se limitaba a controlar el combate con su jab.
El primer gran momento de la noche lo protagonizó «The Destroyer», cuando Benn conectó un potente gancho de izquierda en el tercer asalto que hizo estallar de júbilo al público. El veterano de Brighton de 35 años disimuló el efecto sonriendo irónicamente, pero es probable que un pequeño aviso interno le haya hecho estar más alerta.
Chris Jr, hijo del carismático e icónico Chris Sr, en su tiempo conocido como «Simply the Best», no parecía querer aprovechar su ventaja física en las primeras rondas. Evitaba el cuerpo a cuerpo y prefería boxear a distancia, confiando casi exclusivamente en los golpes rectos.
Esa estrategia empezó a dar frutos a partir del quinto asalto, cuando el ritmo frenético de Benn comenzó a decaer de forma natural y los uno-dos de Eubank encontraron cada vez más su objetivo. No eran golpes especialmente potentes o peligrosos, pero bastaban para mantener a raya a un «Destroyer» que en estas fases parecía perdido y sin ideas.
Tras siete asaltos, parecía que Eubank había encontrado la fórmula adecuada para lograr una victoria amplia por puntos basada en su superioridad técnica, pero el rumbo cambió. Después de un octavo asalto bastante confuso, el favorito de la velada abandonó su planteamiento cauteloso y se lanzó a un combate cuerpo a cuerpo desordenado.
Es difícil entender por completo la razón de ese cambio de táctica. Quizá pensó que había ablandado lo suficiente a su rival como para buscar el nocaut, o quizá los sacrificios para dar el peso empezaban a pasarle factura físicamente, obligándolo a combatir de forma más estática.
Lo cierto es que este cambio reabrió el combate para Benn, quien, encontrando a Eubank en su distancia, pudo mostrar su rapidez y conectar los golpes más espectaculares. Conor logró imponerse en el noveno y décimo asalto, ambos disputados a gran ritmo.
Cuando parecía que «The Destroyer» podía poner en duda el resultado final, el cansancio acumulado en su lucha contra un rival más pesado empezó a hacerse evidente, y los ataques caóticos de Eubank, hasta entonces poco efectivos, tomaron el control.
Chris dominó los dos últimos asaltos, arrinconando a un exhausto Benn contra las cuerdas y sepultándolo bajo una lluvia de golpes. En el último asalto hubo momentos en que parecía que Conor estaba al borde del colapso, pero el hijo del legendario «Dark Destroyer» apretó los dientes y aguantó hasta el final.
Personalmente, vi una puntuación algo más ajustada que la de los jueces, con solo dos puntos de ventaja para Eubank, pero lo importante es que se proclamó al justo vencedor. El combate fue bastante equilibrado en general, con fases alternas de dominio, pero el contundente final de Eubank legitimó su triunfo.
Un espectáculo vibrante y con una revancha ya pactada contractualmente, que tendrá lugar antes de fin de año y que seguramente volverá a atraer a un público masivo. Dicho esto, es justo señalar que, aunque fue intenso y entretenido, el nivel técnico del combate fue bastante modesto.
Eubank Jr parece una sombra del púgil que años atrás competía con algunos de los mejores supermedianos del mundo: sus piernas ya no le dan el impulso de antes y sus golpes carecen a menudo de la chispa necesaria para hacer daño real. Benn, por su parte, tiene grandes cualidades atléticas, pero ataca de forma desordenada e ineficiente, y cuando baja la intensidad se convierte en un blanco fácil para los golpes rectos del rival.
Así, no solo el combate entre Chris Eubank Jr y Conor Benn estuvo lejos de acercarse al nivel de las legendarias peleas de sus padres, sino que la distancia respecto a los mejores pugilistas de hoy en día también resulta significativa. Sin necesidad de mencionar al número uno del peso medio Zhanibek Alimkhanuly, los mejores superwelter actuales serían más que suficientes para dar una lección a los dos combatientes que vimos anoche en el Tottenham Hotspur Stadium.
No obstante, la calidad técnica no es el único ingrediente que hace atractivo a un combate de boxeo. En esta ocasión, además del esfuerzo, el coraje y la combatividad mostrada por Eubank y Benn, fue la magia de sus apellidos la que conmocionó a todo un país. Una magia amplificada anoche por la llegada sorpresa de Chris Eubank Sr. al ring y su abrazo con su histórico rival Nigel Benn, un momento icónico que sin duda emocionó a muchos aficionados de toda la vida.