Sensacional actuación de Mikaela Mayer en el Fontainebleau Las Vegas: la boxeadora estadounidense defendió con éxito su título wélter de la OMB al derrotar por segunda vez consecutiva a la británica Sandy Ryan en el evento organizado por Top Rank de Bob Arum. Si la primera pelea estuvo rodeada de intensas polémicas, debido a la agresión que sufrió Ryan antes del combate y a un veredicto que no convenció a todos, esta vez la victoria de Mayer fue clara e incuestionable. Las puntuaciones finales de los jueces fueron: 97-93, 97-93 y 98-92, todas a favor de la campeona.
Recordando lo ocurrido en septiembre pasado, cuando un inicio demasiado agresivo la llevó a recibir un terrible derechazo que casi la mandó a la lona en el primer asalto, Ryan adoptó en esta revancha una estrategia más prudente en el arranque, moviéndose mucho sobre sus piernas y buscando pelear a la contra.
La campeona aprovechó esto para tomar rápidamente el centro del ring e imponer un ritmo alto al combate gracias a su característico volumen de golpeo, como siempre muy elevado. Con la única excepción del segundo asalto, en el que los constantes desplazamientos de Ryan equilibraron la acción, la primera mitad de la pelea fue claramente favorable a Mikaela Mayer.
Favorecida por la estrategia demasiado pasiva de su rival, quien lanzaba golpes de forma esporádica y no parecía cómoda controlando su agresividad, la campeona local mostró lo mejor de su repertorio, alternando golpes a la cabeza y al cuerpo y dominando tanto a distancia como en el cuerpo a cuerpo.
Incluso después de la mitad del combate, aunque era consciente de que estaba en desventaja, Ryan tuvo dificultades para cambiar la dinámica de la pelea. Sus intentos de presionar eran desordenados y chocaban con la gran claridad de Mayer, quien supo amarrar inteligentemente cuando necesitaba recuperar energías antes de retomar su acción.
No fue sino hasta el séptimo asalto cuando Sandy Ryan, dejando de lado los planteamientos tácticos y aprovechando un leve bajón físico de su rival, logró cambiar de marcha. Atacó con determinación, llevando a cabo una presión frenética y encomiable. Durante al menos dos rounds, la campeona estuvo en serios aprietos, viéndose obligada a amarrar más de lo habitual para contener la furia de su oponente.
Sin embargo, Mikaela Mayer no se rindió. En el noveno asalto, a pesar de sufrir un profundo corte cerca de su ojo izquierdo, respondió golpe por golpe, protagonizando junto a Ryan dos minutos de intercambios explosivos que dejaron boquiabiertos a los espectadores y que, por sí solos, valieron el precio de la entrada.
Como toda gran campeona, Mayer dejó todo en la primera mitad del último asalto para disipar cualquier duda sobre la ganadora, aunque Ryan no se quedó atrás y reaccionó con gran determinación, llevándose el último minuto del combate.
En lo personal, tuve una puntuación un poco más ajustada que la de los jueces, con Mayer ganando por dos puntos de diferencia. Sin embargo, considero que la victoria de la estadounidense fue justa y merecida. Se mostró como la boxeadora más completa de las dos y logró construir una ventaja demasiado amplia en la primera parte del combate como para ser alcanzada.
Por su parte, Sandy Ryan cometió el error de esperar demasiado antes de convertir la pelea en una guerra sin cuartel. Ser cautelosa durante dos o tres asaltos podía ser una decisión sensata, pero después la británica debía desatarse. En cambio, el conflicto entre su naturaleza de guerrera y su deseo racional de controlarse la llevó a pelear de manera híbrida e ineficaz durante demasiados minutos.
De cualquier forma, ambas boxeadoras tienen habilidades técnicas, físicas y mentales por encima del promedio y, cada una con su estilo, contribuyen a hacer que el boxeo femenino sea más rico, emocionante y variado que nunca en la historia. Esperemos verlas nuevamente en combates de alto nivel muy pronto.